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La guerra comercial EE.UU-China y el liderazgo tecnológico

Desde la normalización de las relaciones con Beijing, y el comienzo de la reforma y apertura de China, ya en los años 70, las relaciones USA China se habían caracterizado por la confianza mutua, la normalidad y el optimismo, considerando que este buen clima era beneficioso para ambas partes.

Para China el acceso a la organización de comercio internacional en 2001 supuso un crecimiento económico sin precedentes. Para Occidente (sobre todo para USA y Europa) la apertura de China supuso el acceso a un gran mercado. Además de ello, se consideró que China aceptaría las reglas del juego del capitalismo occidental.

Los acontecimientos de la plaza de Tiananmen en 1989 pusieron a prueba la confianza en el gobierno chino, pero se siguió creyendo que su reforma económica continuaría con la reforma política. Además de ello, se creía que internet actuaría como fuerza externa para impulsar la democratización.

A mediados de los años 2000 llegaron señales de alarma, viendo como China no se estaba adaptando al orden occidental, con distorsiones en precios y mercados protegidos. El escepticismo por parte de las instituciones y organismo internacionales fue en aumento al ver como China se resistía a realizar cambios en su modelo, y retaba el status quo fuera de sus fronteras.

Entretanto, en China, el crecimiento económico no fue suficiente argumento para abrazar los valores occidentales, pero si para generar confianza en su propio modelo de política económica, con numerosos millonarios y una creciente clase media.

En Europa las opiniones están divididas, en Bruselas y las principales economías europeas hay una corriente institucional crítica, mientras que hay otra corriente creciente de defensores con intereses económicos en China en el Sur y el Este del continente.

**Ver tabla en el Boletín: Página 49**

https://es.calameo.com/read/0041303842f6b5ee04e17

Tal y como puede verse en la tabla previa, el Congreso del Partido Comunista Chino, que tuvo lugar en 2017, supuso un punto de inflexión, tanto en términos de posicionamiento chino como desde la perspectiva occidental (Europa y USA) sobre aquel país. Consolidó el pensamiento socialista con orientación china e institucionalizó a Xi Pinjing al frente y como figura central de la política económica china para las próximas décadas.

Las prioridades domesticas siguen en el centro de la plataforma de pensamiento del gobierno chino. Pero, además, Xi cuenta con respaldo suficiente para instaurar reformas de largo plazo y ha establecido dos objetivos estratégicos diferenciados:

1º objetivo: En 2021 conseguir una sociedad con bienestar moderado.

2º objetivo: en 2049 conseguir una economía socialista moderna, prospera, democrática y culturalmente avanzada.

El mayor impacto de la guerra comercial USA China ha sido en sector tecnológico, con restricciones al acceso de capital chino a empresas estratégicas y mayor control de las exportaciones norteamericanas tras una década de preocupación creciente. La guerra comercial solo es la punta del iceberg de una gran rivalidad entre dos grandes superpotencias.

Desde una perspectiva económica, la preocupación de USA sobre China como rival tecnológico ha sido creciente desde los años 2000, cuando estuvo clara la apuesta china en sectores como la propiedad intelectual, el espionaje industrial, y una transferencia agresiva de tecnología mediante joint ventures. La preocupación internacional estalló en 2014, cuando Xi introdujo numerosas iniciativas tecnológicas (como por ejemplo Made in China 2025-MIC25, el internet plus plan, y el fondo de inversiones nacional para circuitos integrados) mediante los cuales China canalizaría grandes volúmenes de inversión estatal para desarrollar tecnología compleja propia  y ser líder mundial en tecnologías emergentes como semiconductores avanzados, inteligencia artificial, computación cuántica o internet de las cosas. A modo de ejemplo, el gigante tecnológico Huawei ya lidera el desarrollo de una tecnología de nueva generación para teléfonos móviles.

Pero no es un fenómeno aislado, se puede hablar de una “champions” de tecnología china, grandes empresas como Tencent, Baidu y Alibaba así como el hardware de OEMs, Huawei o ZTE, que han emergido como líderes, tras años de grandes investigaciones en I+D. Estas empresas tienen modelos de negocio únicos y ofrecen sus productos a un gran mercado de 800 millones de chinos, que supera al de USA y Europa combinados, y son capaces de competir con el Silicon Valley.

El primer ejemplo de este posicionamiento ha sido la carrera para conseguir la tecnología 5G, con elevada velocidad en el tratamiento de los datos, baja latencia, y gran ancho de banda para dar soporte a la siguiente generación de smartphones. Huawei, que en 2018 vendió más móviles que Apple, ha emergido como el líder mundial de 5G, según numerosos distribuidores, con precios más bajos. Su inversión duplica la de cualquiera de sus competidores, y en USA no hay ninguna empresa comparable a ella.

Pero la principal preocupación de USA no es por sus empresas, sino por la seguridad nacional, que se vería vulnerada en caso de continuar China con su escalada internacional. Según la perspectiva norteamericana, las empresas chinas avanzas con prácticas que quiebran el orden del comercio internacional, y vulneran los derechos fundamentales.

Hay tecnologías que suponen un liderazgo dual (civil, pero también militar), susceptible de espionajes o sabotajes, como por ejemplo la inteligencia artificial o los ordenadores cuánticos. El liderazgo militar chino supondría una amenaza mundial, y debido a ello desde USA no han dudado en bloquear el suministro a Huawei y prohibir su compra de empresas norteamericanas.

En el continente europeo algunos países han endurecido la normativa de cadena de suministro para el 5G y sobre Huawei. La sostenibilidad de esta tendencia vigilante será función de la exposición individual de cada economía europea a las tácticas de presión de USA y China.

Pero también hay una preocupación económica, no debemos olvidar que históricamente, cada época proteccionista ha tenido efectos negativos sobre las divisas hegemónicas. El ejemplo del Imperio Británico es muy ilustrativo al respecto, mostrando cómo la moneda de referencia se ha visto perjudicada ante cada cambio del orden mundial. La deuda pública denominada en libras esterlinas cayó desde el 90% de antes de la I Guerra Mundial hasta el 40% en los 1940s. De hecho, en 1920 el dólar USA ya excedía la cuota de libras esterlinas, y desde entonces, la libra esterlina comenzó un periodo de depreciación progresiva.

De momento, el renminbi no va a ser la moneda líder mundial, pero es importante señalar que en los mercados de divisas siempre subsiste la amenaza de un mundo bipolar. Y ya se descuenta un deterioro del dólar USA como moneda de referencia en contratos comerciales y mercados de deuda. Los datos ya muestran que el renminbi va ganando importancia a escala regional, y la agenda del partido de gobierno chino incluye posicionar el renminbi entre las tres principales divisas mundiales en 50 años.

En su último informe trianual para los mercados de divisas, el Banco Internacional de Pagos (BIS) ya mostró cómo el renminbi había duplicado su cuota de mercado y era la octava divisa más demandada. De cualquier modo, su cuota sigue siendo baja, con un 4% de las transacciones frente al 88% del dólar USA o el 31% del Euro.

Aunque subsisten los riesgos políticos en la Eurozona afectando negativamente al euro en su carrera de liderazgo frente al dólar, la influencia del renminbi no va a ganar importancia relativa a escala global, con un techo de liderazgo en la región Asia-Pacífico. La cuota de mercado perdida por el dólar USA podría verse ocupada por cestas de monedas, de forma similar a los derechos especiales de giro (SDR) del FMI.

la guerra comercial ha generado cambios en la cadena de producción y no solo con perdedores, también con ganadores. Los grandes beneficiarios serán Vietnam, Indonesia, Tailandia, Bangladesh, Taiwán, Malasia y México, al menos en las primeras fases, debido al menor coste de la mano de obra y su proximidad a mercados claves vital para la ventaja competitiva de las empresas internacionales. Esto puede comprobarse empíricamente, desde el comienzo de las tensiones comerciales USA China, el nivel de inversiones internacionales en Vietnam, Indonesia y Tailandia está en máximos históricos.

Esto es cierto no solo para el sector manufacturero, sino también para los productores de commodities. Cuando las tarifas comerciales norteamericanas obligaron a China a reaccionar, uno de sus primeros movimientos fue reorientar sus pedidos de importaciones de commodities provenientes de USA a otros países y Chile, Argentina y Brasil se han beneficiado. La inflación de precios de los activos en estos países emergentes podría ser una consecuencia de segundo orden.

Los ajustes del comercio global no favorecerán solo el desarrollo de una única cadena de suministro regional nueva, también habrá cadenas de suministro adyacentes. Una razón para ello es que USA ya ha mostrado estar preparado para enfrentarse a otras economías con las que tiene desequilibrios de precios mediante aranceles y otros instrumentos proteccionistas.

Además de ello, la creciente preocupación medioambiental podría generar una regulación más estricta, por ejemplo, en la normativa naviera internacional, afectando a la lógica subyacente en la cadena de suministro.

Por último, la tecnología moderna proporcionará mayores incentivos, económicos y políticos, para traer las manufacturas de vuelta al mercado doméstico. La robótica avanzada, con niveles crecientes de sofisticación así como la madurez de las impresoras 3D harán más atractivo para los inversores la localización domestica de los centros de producción. El incremento de estas estas tecnologías impulsará un gran crecimiento de estos sectores con respecto a la década anterior.

Los gobiernos disponen de instrumentos de política económica directos e indirectos para estimular la productividad. La intervención directa como por ejemplo, el aumento del gasto público, supone un impulso del consumo interno. la inversión en infraestructuras de comunicación y transporte es un claro ejemplo de ello. Debido a su elevado coste, invertir en educación es menos obvio, pero es una medida necesaria para reforzar la competitividad.

En cuanto a medidas indirectas, la políticas orientadas al gasto permiten una intervención sobre mercados desregulados, privatizaciones, y reducir los impuestos, estimulando la actividad económica y mejorando la productividad. Esto es más importante cuando los gobiernos tratan de aumentar los incentivos empresariales para invertir en I+D, y el mejor ejemplo de ello fue el nacimiento del Silicon Valley en los años 50.

En septiembre de 1957, cuando Rusia consiguió poner en órbita un satélite espacial, USA se dio cuenta de que no era líder en la carrera tecnológica, y que la única manera de competir era aumentar las inversiones en I+D durante un periodo de tiempo prolongado. El presidente Eisenhower lanzó un programa espacial, e implementó una nueva iniciativa educacional para aumentar el número de ingenieros y científicos universitarios y conseguir ser líderes mundiales en tecnología.

El Congreso norteamericano jugó un papel esencial permitiendo una reforma legislativa que ayudara a cambiar la distribución del presupuesto nacional, y mostrando a los ciudadanos la importancia de competir en la carrera tecnológica con Rusia (sentimiento alentado en la actualidad con respecto de China). Al final, en 1958, el Congreso aprobó la Ley de Educación para la Defensa Nacional (NDEA), bajo la cual la inversión federal en universidades e instalaciones vinculadas creció sin precedentes históricos. También se creó la Administración Nacional Aeronáutica y del Espacio y el Proyecto para la Investigación Avanzada en Defensa, multiplicando por diez el presupuesto de financiación de proyectos científicos.

La mayoría de la financiación específica se dirigió a California, a la Universidad de Stanford, atrayendo talento cualificado mediante cesión de terreno a empresas, y acuñando el concepto de “parque industrial”, transformando una universidad local en una institución con renombre internacional, orientada a la investigación internacional aplicada orientada al sector privado. Gracias a ello, se había conseguido el despegue del Silicon Valley.

La “guerra fría” fue un periodo histórico en el que la comunidad científica fue capaz de agruparse con facilidad y hacer lobby para financiar la investigación, así como para la colaboración público-privada y el consenso sobre la importancia de la investigación básica y la educación superior.

Estos programas e iniciativas no fueron solo cruciales para crear el ecosistema tecnológico necesario, sino que también fueron un claro viento de cola a favor del resto de la economía norteamericana, impulsando su productividad y crecimiento con apoyo gubernamental. Lo más importante de estas inversiones es que tuvieron visión, se orientaron al largo plazo, y fueron pacientes, cambiando los usos y costumbres de la sociedad actual. En el Silicon Valley se puede ver claramente su huella sobre la innovación. No debe obviarse el papel decisivo de la competencia ente USA y Rusia en el desarrollo del Silicon Valley.

Y este ejemplo abre la esperanza a que la guerra comercial USA China por la supremacía digital se canalice en la dirección adecuada, pudiendo evitar, o al menor mitigar las externalidades negativas para la economía, con su correspondiente efecto negativo para el crecimiento y la rentabilidad de los activos financieros. Existe también la posibilidad de alcanzar un “equilibrio superior” y generar otro Valle del Conocimiento.

Isabel Giménez Zuriaga

Directora General

Fundación de Estudios Bursátiles y Financieros

Publicado en: Boletin 296

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