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Carta de un Emprendedor

Queridos Reyes Magos:

Como cada año escribo mi carta con la esperanza de que se cumplan algunos de mis deseos y me concedáis algunas de mis peticiones. Durante años he estado pidiendo muchas cosas, quizá demasiadas; este año, sólo voy a pedir una: Financiación.

Cuando comenzó el año y después de haber finalizado mis estudios, hace no demasiado tiempo, y haber adquirido algo de experiencia entre las prácticas y alguna que otra sustitución, tuve una gran idea para constituir mi propia empresa y poner en práctica algunas ilusiones que habían estado presentes en mí durante años, y que ahora por fin había decidido materializarlas. Me puse manos a la obra intentando buscar dinero para poder desarrollar mi proyecto, después de llamar a muchas puertas y llamarme “Emprendedor” comprendí que no es tan fácil poner en práctica un proyecto de inversión.

Después de mucho investigar, entendí que las empresas de nueva creación, y las de tamaño pequeño, encuentran muchas dificultades a la hora de obtener la financiación más adecuada a sus necesidades. Existe una gran dependencia de la financiación ajena, siendo en la mayoría de los casos a corto plazo, obligando, en muchas ocasiones, a definir el plan de producción en función de los recursos financieros disponibles, perdiendo de este modo competitividad y eficiencia.

En este sentido, la capacidad productiva del tejido empresarial español, y por ende el valenciano, no se está aprovechando adecuadamente, debido a deficiencias financieras provocadas por la gran dependencia de instrumentos de financiación bancaria tradicional. En mi empeño en esta búsqueda, llegué hasta una alternativa de la que había oído hablar: el Capital Riesgo. Parecía, en principio, que se podía ajustar a las necesidades de mi nuevo proyecto de inversión o proyecto Emprendedor, como me habían denominado.

Esta fórmula está orientada tanto al apoyo en la creación de nuevas empresas, como a potenciar el crecimiento de compañías ya establecidas o la adquisición de paquetes accionariales, con el fin de garantizar la sucesión empresarial.

La voluntad del inversor de capital riesgo, en cuanto a la permanencia en la empresa, (algo que yo me planteaba) se encuentra entorno a un promedio entre 3 y 7 años, permaneciendo el tiempo suficiente en la misma para que madure la inversión, ya que lo que se pretende es ofrecer al empresario una financiación alternativa a los préstamos a corto plazo. El Inversor, no es un socio pasivo, sino que se involucra en la actividad empresarial, aportando su experiencia y buen hacer, aunque sin intervenir en los procesos de la operativa diaria. El objetivo es tomar una participación en el capital de empresas no cotizadas que operen en sectores dinámicos, y demuestren posibilidades de crecimiento por encima de la media esperada en el sector.

La aportación de los recursos económicos se haría, principalmente, vía suscripción o adquisición de acciones. No obstante, es posible utilizar otros instrumentos financieros que permitan la participación en la sociedad, como pueden ser la suscripción de obligaciones convertibles, la concesión de préstamos subordinados o participativos, u otro tipo de instrumentos de participación.

Soy consciente, de que tengo que tener muy claro que la idea de negocio es buena y que hay mercado suficiente, y que el equipo que forme y yo, debemos ser capaces de llevarlo a cabo. Para ello, hemos realizado un análisis de viabilidad del negocio (plan de empresa), estamos intentando buscar recursos (ahí es donde entráis vosotros), hemos escogido una forma jurídica adecuada y hemos tenido en cuenta todas las obligaciones fiscales que se derivaran de un proyecto de este calibre.

Mi petición es, pues, una necesidad para poder empezar la actividad, aunque también sé que esa necesidad inicial, estará presente en un horizonte temporal de largo plazo. Es por ello que, debemos distinguir entre la financiación por deuda, en la que el empresario se compromete a devolver la cantidad adeudada más los intereses estipulados por el uso de los fondos, y la financiación por recursos propios, en la que se reciben aportaciones de fondos en concepto de capital, produciéndose una cesión de parte del accionariado de la compañía, con la posible pérdida de control que ello puede suponer. Además, no debemos olvidarnos de las Ayudas Públicas y de otros instrumentos de financiación que pueden ser complementarios y pueden ayudar en las distintas etapas de crecimiento por las que va a pasar mi nueva empresa.

Sin querer ser pretencioso, me gustaría deciros que la creación de nuevas empresas y el relanzamiento, expansión o crecimiento de otras pequeñas, constituye un objetivo fundamental en el proceso de crecimiento de una economía consolidada y sólida, contribuyendo a mantener un nivel de empleo adecuado, tan necesario, que a su vez incrementará los niveles de producción y la riqueza de un país.

Sin más me despido, con la esperanza de poder recibir el regalo que os he pedido, y con el consuelo de pensar que he hecho bien mis deberes durante todo el año, y que mi trabajo, el esfuerzo y la ilusión que he puesto en este proyecto, que quiero emprender, haya sido el adecuado y me podáis conceder lo que he pedido: Financiación.

Un Emprendedor.

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