En poco más de dos años, las bolsas y brokers internacionales han adoptado más medidas para crear un mercado global que en los tres siglos anteriores. El circo bursátil internacional se está redibujando a marchas forzadas, especialmente en Europa, mediante la fusión de bolsas, la aprobación de normativas internacionales como MiFID, la aparición de plataformas alternativas y, más recientemente, el lanzamiento de mercados intercontinentales.
Pero no solo hemos vivido cambios en nuestro continente; también en el sudeste asiático seis naciones (Filipinas, Indonesia, Malasia, Singapur, Tailandia y Vietnam) planean crear la primera plataforma de negociación panasiática. Este mercado estaría integrado por 180 compañías, 30 por país, y abierto a fondos occidentales. Este proyecto podría ser el comienzo de la integración de las bolsas del sudeste asiático, acelerando su desarrollo económico al atraer capital extranjero hacia mercados poco conocidos. Quizás por ello, el pasado mes de junio, la Bolsa de Johannesburgo (JSE), la mayor de Sudáfrica, anunció que negociaba con otras cinco naciones africanas la creación de una plataforma intercontinental, destinada sobre todo a seducir a los inversores internacionales, que representan un 30%-40% del capital negociado.
Por su parte, el Consejo de Conciliación del Golfo (GCC, en inglés), estudia la fusión de todas sus bolsas en un macromercado capaz de competir con las principales plazas del mundo. Sin embargo, este proyecto sólo se iniciará si el GCC consigue previamente una Unión Monetaria. Y por el momento, existen grandes cautelas acerca de que este objetivo pueda cumplirse para la fecha prevista, 2010.
Los tres proyectos anteriores han sido puestos en marcha por los llamados “mercados fronterizos”, los hermanos pequeños de los “emergentes”, que tienen serias dificultades para captar la atención del inversor internacional.
Quizás la iniciativa más sorprendente de la industria bursátil fue anunciada por la Bolsa de Londres. A finales de junio, LSE anunció el lanzamiento del proyecto Baikal, una plataforma para operar en compañías de 14 países europeos. Su estructura será la de un dark pool, una plataforma de moda en EE.UU. que permite a los inversores institucionales mover grandes bloques fuera de mercado y de forma anónima. Con Baikal, LSE aspira a plantar cara a las MTF, plataformas alternativas que están comenzando a desafiar la hegemonía de las plazas bursátiles tradicionales.
En poco menos de un año, Chi-x Europe, una de las pocas que operan en el continente, ha logrado acaparar un 10% de la negociación diaria de los blue chips del FTSE 100.
Y el propio Nasdaq también está interesado en Europa, habiendo planificado el desembarco de su segundo mercado (Nasdaq OMX Europa) para este mismo mes. De hecho, varios mercados competidores Turquesa y Chi-x comparten accionistas (Goldman Sachs y Morgan Stanley).
Nasdaq OMX Europa –a través de su broker neonet- es la única plataforma MTF con soporte de un mercado norteamericano, y su lanzamiento el 26 de septiembre próximo con 25 valores del FTSE 100, tiene previsto alcanzar los 600 valores en octubre. Este es el segundo intento de entrada del Nasdaq en los mercados europeos, después del fracaso de Nasdaq Europa en 2003, ofreciendo esta vez un servicio de routing, de manera que si no se cubren las órdenes en el MTF ofrecera la posibilidad de cubrirlas en otro mercado (oficial o no).
Pero sin duda fue la fusión entre NYSE, gestora de la Bolsa de Nueva York, y Euronext (París, Amsterdam, Bruselas, Lisboa, Liffe) el punto de inflexión del escenario bursátil. La creación del primer grupo de mercados transatlántico aceleró la concentración del sector, iniciada años atrás. Posteriormente, se produjo la aprobación de la normativa MiFID, que permitía a los ‘brokers’ operar en toda la Unión Europea; y la negociación de un acuerdo similar entre EEUU y la UE.
Sin embargo, todavía quedan peones por jugar. En septiembre de 2007 el presidente de la gestora de la Bolsa de Hong Kong, Ronald Arculli, hablaba de planes de fusión para las tres bolsas chinas, con el objeto de conformar un mercado capaz de competir con Wall Street.
De cualquier modo, la experiencia nos muestra que todos estos proyectos deben ser analizados con prudencia, habida cuenta de los desiguales resultados que ofrece la historia. El mero lanzamiento de una plataforma de negociación bursátil no supone la llegada de la liquidez, ni mucho menos, de los beneficios. La credibilidad, el volumen y la consolidación de un mercado financiero requieren de mucho más que un sistema informático puntero. La conducta de todos los actores del mercado es clave para conseguir la confianza.
Aunque la competencia siempre es bienvenida en cualquier sector al reducir los costes para los usuarios, la proliferación de diferentes plataformas de negociación puede desorientar a los inversores y favorecer una fragmentación de la liquidez que, lejos de mejorar las condiciones de negociación de los valores, suponga un paso atrás en la era de la globalización. Esta podría ser una gran paradoja en la era de los avances tecnológicos.