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La cruzada bursátil

Hasta hace bien poco, los dividendos de las empresas cotizadas y su reinversión suponían el 50% de los beneficios obtenidos por los inversores en los mercados de capitales. Incluso ante crisis bursátiles, los dividendos permanecían fieles a su espíritu, suponiendo una mayor cobertura del riesgo para los compradores de acciones afectados por mercados bajistas. De hecho, suponían un indicador fiable acerca de las empresas con más capacidad para mantenerse y sobrevivir a las fases con evolución negativa de las cotizaciones.

Cuando una empresa eleva sus dividendos, su equipo directivo está enviando una eficaz señal de humo al mercado, anticipando futuros beneficios en el valor. Por definición, las acciones con dividendos crecientes suelen identificar empresas exitosas, con un historial consistente (duradero y estable) de remuneraciones a sus inversores.

Después de la crisis del 73, los estudios realizados mostraron cómo las empresas cotizadas que mejor se mantuvieron durante el periodo de declive fueron las mismas que obtuvieron mejores resultados en la posterior fase de recuperación, batiendo, en ambos casos, al mercado.

A medida que las empresas crecen y se hacen más rentables, los accionistas participan de esos resultados crecientes. Los dividendos son un factor tan importante en el éxito de numerosas acciones, que será difícil equivocarnos si construimos una cartera de acciones con aquellas empresas cotizadas cuyos dividendos haya tenido mejor evolución a lo largo de los últimos 10 o 20 años.

Esto nos podría llevar a concluir que todas las empresas con un pasado exitoso y dividendos crecientes tomaron decisiones de gestión empresarial correcta, pero esto no tiene porqué ser rigurosamente cierto. Existen otros criterios complementarios (cualitativos y cuantitativos) a tener en cuenta. Y no debemos olvidar que rentabilidades históricas buenas no siempre se corresponden con rentabilidades futuras a tono.

A la hora de vender unas acciones, las principales razones suelen ser su precio de mercado, cambios en el sector del valor, o una ruptura en la senda de beneficios, o en los dividendos a repartir. Si el valor se aproximara a su máximo histórico, puede aportar una adecuada señal de venta, quizás para invertir en otro valor que se halle relativamente más barato, y por ello, con mayores expectativas de revalorización. Si descubrimos novedades que puedan afectar a la evolución futura del valor o de su sector, por ejemplo, que se enfrente a un mayor grado de competencia, a una mayor inestabilidad, o cuando factores del entorno macroeconómico general sugieran un estancamiento, o incluso estar en la fase recesiva del ciclo, pensar en deshacer la posición puede ser un criterio recomendable.

Si el estudio microeconómico de la empresa nos proporciona noticias específicas sobre la misma que afecten a su cotización, tales como estar en el punto de mira para ser comprada por otra empresa, cambios en su equipo directivo o cambios en su estrategia de marketing, puede ser otra buena razón para vender, ya que aunque no tenga un efecto directo sobre las pantallas de cotización, puede generarse una mayor incertidumbre sobre la evolución futura del valor cotizado.

Identificar y seleccionar valores con dividendo creciente puede ser en la práctica, una estrategia defensiva de inversión más a tener en cuenta, frente a otras estrategias intituitivas, que requieren de una menor elaboración contable.

Desde 1926, los mercados de renta variable han superado, en media, los resultados obtenidos incluso en los mercados de renta fija de bonos de alta rentabilidad. Las acciones se han mostrado, a pesar de sus altibajos, como la mejor alternativa de largo plazo para preservar y mejorar la capacidad adquisitiva de los inversores. Y todo ello, con una creciente socialización de la inversión bursátil, llegando, cada vez más, a capas más amplias de la población. El coste de esta mayor permeabilidad social de la bolsa ha sido el de una creciente volatilidad de los mercados. El objetivo de las estrategias de inversión basadas en los dividendos no ha sido otro que el de capturar los valores con mayores beneficios y menores riesgos.

Todos los inversores, en su humanidad, tratan de obtener el máximo, con el mínimo riesgo, y batiendo al mercado. Por ello, a menudo, buscan una cartera de valores que equilibre criterios de crecimiento y estabilidad. La estrategia de selección de valores con dividendos crecientes reduce el riesgo al centrarse en valores cotizados de la mejor calidad, de empresas establecidas, con balances sólidos y un historial de cotizaciones creciente, en el que los accionistas han obtenido lucrativos dividendos, equipos gestores con elevada disciplina, y seguimiento exhaustivo de sus ratios económicos y financieros.

La esclavitud de la espiral de dividendos crecientes exigida por el mercado puede ser difícil de conseguir en sectores maduros, e impone la reinvención del negocio. Bajo estas circunstancias, a veces, la tiranía ejercida por los accionistas puede llevar a decisiones de diversificación precipitadas, o poco prudentes, que a medio plazo podrían castigar todavía más los resultados empresariales. Frente a una perenne General Electric, existen numerosos casos de proyectos que con la madurez, o una pretendida modernidad, iniciaron su declive. La virtud del tramo medio entre la estabilidad y rentabilidad pertenece a una pléyade de empresarios.

Modas recientes tales como las empresas tecnológicas (sin pedigree, pero con muchas ideas felices), las ampliaciones liberadas en cascada (sin pensar en el efecto dilución) o las stock options han tratado de mostrar la obsolescencia de criterios de valoración tradicionales como los dividendos. Pero el sabio refranero español nos dice que «El que ríe el último ríe mejor», y para un Microsoft exultante, numerosas dotcom quedaron en el camino.

Como inversores deberemos buscar «A man for all seasons». En la mayoría de los casos, tanto en las distancias cortas, como con el paso del tiempo, los mitos caen. Morir joven siendo un mito es muy fácil.

Isabel Giménez Zuriaga
Directora General
Fundación de Estudios Bursátiles y Financieros
igimenez@febf.org

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