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La margarita dijo ¿sí o no?

Hoy, 20 de febrero de 2005, es un día que marcará un hito en el futuro de España y de la Unión Europea, ya que los españoles van a dar el “Sí” o el “No”, al Tratado por el que se establece una Constitución Europea.

España va a estar en el punto de mira de todos los Estados de la Unión Europea, puesto que va a ser el primero que someta a referéndum la ratificación de la Constitución Europea, ya que si cualquiera de los Estados Miembros no ratifica el Tratado de la Unión, no entrará en vigor. Unas elecciones que no tienen carácter vinculante para el Gobierno Español, si bien, se ha manifestado el respeto hacia la decisión de los ciudadanos, para, posteriormente, realizar una ratificación formal por parte del Reino de España.

Las expectativas de participación en los comicios no son muy optimistas, ya que se prevé una abstención elevada, cercana al 66% de los electores. Las causas principales, según los expertos, son el desconocimiento del texto, y la escasa tangibilidad de la Unión Europea para los electores.

A este respecto, cabe decir, la indudable repercusión de este nuevo texto normativo, que se incardina como la “Carta Magna” que va regir en el seno de la Unión, por lo que sea cual sea el sentido del voto, es de suma importancia que todos los ciudadanos acudamos a las urnas a manifestar nuestra opinión acerca del futuro de España y de la Unión Europea. La entrada en vigor de la Constitución está prevista para el día 1 de noviembre de 2006, si todos los Estados la han ratificado para dicha fecha.

¿Qué recoge este Tratado? En términos generales, la Constitución es un texto legal que consolida los Tratados previos de la Unión, aumenta sus competencias formales y regula el funcionamiento de sus instituciones europeas. En este sentido, con la entrada en vigor de la Constitución, la Unión Europea adquirirá una personalidad legal equiparable a la de los Estados Miembros.

Lo que sí es importante resaltar es que la Constitución Europea no va a sustituir a la española, ni a las instituciones españolas, ambas pueden coexistir al actuar en planos diferentes. Respecto del contenido de la Constitución, hay que destacar que se encuentra dividida en cuatro partes:

– La Parte I recoge los objetivos, los valores y los principios relativos al reparto de competencias entre la Unión y los Estados miembros, así como las disposiciones institucionales básicas de la Unión.
– La Parte II contiene la Declaración de Derechos Fundamentales de la Unión Europea, tal y como fue proclamada en Niza en diciembre de 2000.
– La Parte III contiene las bases jurídicas de las políticas comunes, así como el desarrollo de las disposiciones relativas al funcionamiento de la Unión. En buena medida, reproduce casi sin modificaciones el contenido del Tratado de la Comunidad Europea y del Tratado de la Unión Europea.
– La Parte IV que contiene las disposiciones generales y finales; su articulado se refiere fundamentalmente a la sucesión y continuidad jurídica entre las actuales Comunidad y Unión Europeas y la nueva Unión Europea, así como los procedimientos de revisión y a la ratificación y entrada en vigor.

En este punto, conviene hacer hincapié, a grandes rasgos sobre las principales novedades introducidas en la Constitución Europea. Sin duda alguna, viene ser un compendio de los actuales Tratados de la Comunidad Europea y de la Unión Europea. En este sentido, se ha tratado de sistematizar y simplificar las principales disposiciones, así como de actualizar e incluir una serie de preceptos nuevos de gran contenido político e institucional.

Otra de las novedades, es la creación de la figura del “Ministro de Asuntos Exteriores de la Unión” que reunirá las responsabilidades del actual Comisario de Asuntos Exteriores y del Jefe de Política Exterior de la Unión. Será un miembro de la Comisión, pero reportará al Consejo de Ministros. La creación de dicha figura es de suma importancia, en tanto en cuanto se incardinará, en esta figura, un interlocutor válido en esta materia.

Respecto a la Presidencia del Consejo de Ministros, que hasta la fecha estaba establecido por turno rotatorio entre los miembros de la Unión, se creará un puesto permanente.
En la Constitución, se establece una “cláusula de salida”, es decir se crean los mecanismos por los cuales un Estado puede dejar de formar parte de la Unión. Por otra parte la “Carta de Derechos Fundamentales” se integra en la Constitución (Parte II del Tratado)
Por último, y en referencia a las instituciones de la Unión, se otorga un mayor número de funciones al Parlamento Europeo, y por lo tanto adquiere más poder, pudiendo influir en la elección del Presidente de la Comisión.

Evidentemente, el texto tiene una amplitud mucho mayor y recoge innumerables disposiciones que son de suma importancia para el futuro de la Unión. Un texto, que fue respaldado por el 70% de los miembros del Parlamento Europeo, como un gran paso frente a los actuales tratados, capaz de armonizar los derechos fundamentales de los Veinticinco y de consolidar a Europa como una economía social de mercado.

Los defensores de su aprobación afirman que la Constitución establece garantías del respeto de determinados valores comunes y de un modelo europeo de sociedad, garantiza las libertades fundamentales de los ciudadanos europeos dotándolos asimismo de la ciudadanía europea, y establece una serie de objetivos comunes a todos los Estados basados en la paz y en la solidaridad. Además de ello, hay que tener en cuenta que la actuaciones de la Unión, quedarán sometidas a los principios rectores actuales de atribución de competencias, subsidiariedad y proporcionalidad.

Los principales detractores de esta Constitución afirman que el texto no ha colmado las expectativas, puesto que no se garantizan los derechos sociales. Por otro lado, determinadas competencias que no son asumidas por la Unión Europea como la fiscalidad, la política social y los asuntos exteriores, aspectos clave en el seno de la Unión y que por lo tanto no estamos asistiendo a ningún avance. Asimismo, afirman que el protagonista de esta nueva Constitución son los Estados y no los ciudadanos.

Sea “sí” o “no”, lo importante es que los ciudadanos acudamos a los comicios electorales, y una vez más hagamos gala de nuestro interés por la participación de la ciudadanía en el futuro de nuestro país. Esta vez, con mayor hincapié, puesto que la participación electoral mostrará, frente a nuestros principales competidores como Estados Unidos o el eje Asia-Pacífico, el sentimiento de cohesión de los Estados Miembros de la Unión.

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