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La mitología griega y la Inteligencia Artificial

Los pasados días 25 y 26 de enero de 2024 tuvo lugar el IV Encuentro Inteligencia Artificial y Desarrollo Humano. La economía de la Inteligencia Artificial: los retos de la IA Act auspiciado por la Cátedra Legaltech Minsait de la Facultad de Derecho y la Cátedra Microsoft de Privacitat y Transformació Digital de la Universidad de Valencia en el seno del cual se abrió un debate sobre la orientación filosófica que debería tener la inteligencia artificial, los diferentes enfoques estratégicos, y el efecto de la regulación en el impulso de los bloques geopolíticos a escala mundial.

Y leyendo a nuestros ancestros, el mito de Prometeo es, en la mitología griega clásica, uno de los que produce mayor fascinación.Prometeo pertenecía a la raza de los titanes, y a él se atribuye la creación de la Humanidad y su protección frente a los dioses.

En dicha creación, Prometeo distribuyó papeles, al elefante la fuerza, al zorro la astucia, al león la valentía, y al hombre, la inteligencia para defenderse de los animales.

Además de ello, Prometeo enseñó a los hombres el cómputo del tiempo, la ciencia de los números, el alfabeto, la domesticación y el empleo del caballo y el buey, la navegación, la medicina, la industria de los metales, la ciencia de los presagios, y todas las artes. Así, el hombre pasó de una época oscura y primitiva a la civilización y el desarrollo tecnológico.

Pero para dominar todas las artes era fundamental el control del fuego. Para la entrega de este don, el más importante de todos, Prometeo robó el fuego del Olimpo, lo que enfureció a Zeus, quien, para vengarse, le envió a Pandora, con una caja conteniendo todos los males. Prometeo no cayó en el engaño, pero quien sí lo hizo fue su hermano Epimeteo, que se casó con Pandora, la caja fue abierta, y los males esparcidos por el mundo.

No contento Zeus con esto, y temeroso de que Prometeo pudiera revelar un secreto que supondría su derrocamiento del trono del Olimpo, Prometeo fue encadenado a una roca, donde un águila le devoraba las entrañas. Sólo podría liberarse si algún inmortal consintiese en sustituirle.

Según narra Esquilo en su tragedia ‘Prometeo Encadenado’, el titán soportó el castigo sin rendirse a Zeus ni revelar el secreto, hasta que fue liberado por Hércules, quien mató al águila e hirió al centauro Quirón con una flecha envenenada causándole gran sufrimiento. Éste pidió a Zeus que le liberase de su inmortalidad y aceptó sustituir a Prometeo, quien volvió al Olimpo.

Prometeo representa el valor de la destreza y la inteligencia para comprender, interpretar y manejar la naturaleza y sus fenómenos, dando lugar a las distintas técnicas que permiten el desarrollo la civilización. No obstante, el mito revela también las consecuencias de sobrepasar los límites, ya que no es posible el dominio absoluto de dichos fenómenos.

Y en pleno siglo XXI tenemos nuestro propio fuego computacional, la inteligencia artificial, poderoso instrumento con elevadas potencialidades pero que se nos puede ir de las manos.

De momento parece que todavía no se ha desarrollado una Inteligencia Artificial General, similar (o superior) a la del ser humano, pero el avance es vertiginoso, como también generan vértigo los diferentes desarrollos y perspectivas porque el futuro de la humanidad puede verse afectado de forma inconsciente.

El horizonte más permisivo es el asiático con China a la cabeza, y también Estados Unidos.

En agudo contraste aparece la Unión Europea, más cauta y preocupada por los valores y el perímetro limitante para los desarrollos de dicha Inteligencia Artificial y los retos de la IA Act.

La Inteligencia Artificial es un ejemplo de cómo una serie de cambios cuantitativos en la Ciencia pueden conducir a avances científicos de una magnitud superior. Así, aunque el concepto de Inteligencia Artificial ya se manejaba a mediados del siglo XX, no ha sido hasta la segunda década del siglo XXI cuando se ha producido su gran eclosión. Herramientas como ChatGPT o Midjourney han pasado a integrarse en el día a día de los usuarios, tal como en los años noventa del pasado siglo Internet despegó como un sistema de comunicación masivo.

Sin embargo, lo más importante está por venir. La aparición de la Inteligencia Artificial Multimodal permitirá interpretar textos, imágenes y vídeos de forma indistinta. Además, será un aliado crucial en robótica para el desarrollo de máquinas autónomas. Estas son algunas de las aplicaciones más prometedoras desarrolladas hasta la fecha:

Industria manufacturera: El uso de robots con IA en fábricas o su aplicación en logística multiplicará la productividad industrial

Salud: La IA podrá ayudar a los especialistas médicos con mayor precisión en el análisis de imágenes para detectar dolencias. Los asistentes virtuales mejorarán el trato con los pacientes, optimizando la interacción con especialistas.

Agricultura: Las capacidades predictivas de la IA permitirán reducir el coste de supervisión de los cultivos, ayudarán a prevenir prevenir plagas y optimizar el uso de recursos hídricos y fertilizantes.

-Energía: La aplicación de la inteligencia artificial a las Smart Grids conducirá a una asignación más eficiente de los recursos energéticos.

-Arqueología: La IA podrá analizar imágenes por satélite para detectar patrones de actividad humana y antiguos asentamientos, aumentando el conocimiento sobre la humanidad.

-Protección medioambiental: La IA es una herramienta formidable a la hora de generar modelos climáticos y monitorizar niveles de contaminación.

Tal y como se ha visto en todos estos ejemplos, en la parte positiva aparece la delegación de tareas repetitivas y la posibilidad de entrenar a máquinas para ayudar y facilitar la vida diaria del ser humano.

Pero los atajos no son buenos, y en la parte negativa tendríamos la pereza y la ignorancia; cuando se incorpora una habilidad humana a una tecnología el ser humano confía en que lo haga dicha máquina y pierde dicha habilidad, pensemos por ejemplo en los antiguos mapas desplegables o la brújula, y el actual GPS del móvil. ¿Y si hubiera un apagón quien nos orientaría? Sin duda volveríamos a mirar las estrellas.

Además de ello, al aportar datos y adiestrar a la IA, podríamos llegar a una sociedad permanentemente conectada, con una inteligencia artificial general a modo de Gran Hermano, como elemento limitativo y sancionador y alienante de la actividad de las personas, sin respeto de los derechos humanos que tanto nos costó conseguir, y que configuran la esencia de la sociedad occidental y de la democracia. El profesor José María Lasalle la definió muy bien como IA nihilista y sin escrúpulos.

Volviendo a la metáfora del fuego y siguiendo los preceptos de Aristóteles, el ser humano debe afrontar los cambios con prudencia y humildad; en la mitología griega clásica si las personas -o incluso los titanes- osaban mirar a los ojos a los dioses sufrían grandes castigos. No pensemos, ni remotamente, que por disponer de más dispositivos (Alexa, smartphones…) somos más inteligentes y poderosos. En el continente occidental vivimos un periodo prolongado de bienestar y longevidad creciente, y esta bonanza nos puede hacer más conformistas y diletantes.

La inteligencia humana es un músculo que se entrena (o atrofia) a diario, de la misma manera que las sociedades avanzadas se nutren (o deterioran) a partir de gobiernos, instituciones y sociedad civil que se preocupan por educar a sus ciudadanos y respetar las leyes y los derechos humanos. Por eso es preocupante la diversidad de escenarios en el desarrollo de la Inteligencia Artificial y sus posibles externalidades sobre el continente europeo, que hoy por hoy es una especia de fortaleza medieval, la más consciente de la importancia de ubicar al ser humano y a la tecnología en el lugar que les corresponde según Aristóteles, la mitología griega y la civilización occidental. Un científico en el Encuentro Académico antes citado alertó sobre como esta “fortaleza” puede conducir al continente europeo hacia la irrelevancia económica y esta reflexión nos debe hacer reflexionar sobre el posicionamiento europeo actual para ver cómo revertir esta tendencia, buscando aliados desde el realismo, al modo de una partida de ajedrez.

Seamos conscientes de nuestras limitaciones, y dialoguemos con otros continentes para que el sentido común prevalezca, y el ser humano sigan avanzando utilizando la tecnología con sensatez, no nos creamos Dioses.

Isabel Giménez Zuriaga

Directora General

Fundación de Estudios Bursátiles y Financieros

igimenez@febf.org

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