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La Valoración de Empresas en nuestra Economía

La valoración de empresas ha sido tradicionalmente una materia que no ha recibido una atención prioritaria. Hace años, se tenía la idea de que era una cuestión excesivamente subjetiva y, por tanto, poco se podía hacer al respecto, ya que eran las partes implicadas en el proceso las que, finalmente, definían lo que era el valor. Hoy día, sin embargo, podemos decir que la valoración se ha convertido en una disciplina objeto de estudio específico, que ha cobrado especial relevancia debido al interés que vienen mostrando las empresas al plantear sus objetivos en términos de valor.
La valoración de una empresa puede ayudar a responder preguntas tales como: ¿Cuánto vale mi negocio?;¿Cuál ha sido la rentabilidad sobre la inversión de mi negocio?;¿Qué se puede hacer para mejorar esta rentabilidad y crear riqueza?.
Antes de analizar de forma sencilla lo que es la valoración de una empresa, es conveniente dar unas pautas sobre qué es el valor. Existen muchas interpretaciones del valor pero, desde la perspectiva del economista, el valor no es otra cosa que el grado de utilidad o aptitud de las cosas para proporcionar bienestar o para satisfacer necesidades. En este sentido, el valor de una empresa es el grado de utilidad que ésta proporciona a sus usuarios o propietarios.

Hay que tener en cuenta que el valor no es igual al precio ni tampoco al coste de los bienes. El mercado ajusta el precio al valor:

El Valor depende de las expectativas futuras.
El precio es la cuantía final. Es el valor en el que estarían de acuerdo un comprador y un vendedor a la hora de hacer una transacción, es decir, lo que se paga por el bien en el mercado.
El coste de un bien es una medida de la cuantía de recursos empleados para producirlo. Cuanto más complejo sea el bien, más difícil resulta determinar su coste, sobre todo cuando su elaboración se prolonga a lo largo de un largo período de tiempo, ya que ello da lugar a agregar costes que, debido al paso del tiempo, no son homogéneos.
En el proceso de valoración de empresas se pueden utilizar muchos modelos, dependiendo del sujeto que valora y la finalidad con que lo hace. Sin entrar en profundizar cuáles son las ventajas e inconvenientes de cada uno de ellos, entre los principales métodos de valoración podríamos citar los basados en el balance, la cuenta de resultados, goodwill (valoraciones mixtas), el descuento de flujos de caja, la creación de valor y las opciones.

Con independencia del modelo que se utilice, en todo proceso de valoración se atraviesan una serie de etapas. En la primera etapa se realiza un análisis histórico de los datos. Necesitamos fuentes de información lo más objetivas posibles acerca de la empresa, a fin de comparar con un eventual precio de mercado el valor que ésta pueda tener para cada sujeto decidor, ya sea en mercados organizados o en la negociación privada. Una vez dispongamos de la información, cuando nos disponemos a realizar la valoración, tendremos que tener en cuenta los distintos tipos de elementos que conforman la empresa o negocio:
• Los de naturaleza tangible: los recogidos en los estados contables de las empresas.
• Los de naturaleza intangible: que son aquellos otros que no están recogidos, con carácter general, en los estados contables.
• Las rentas que los anteriores elementos, adecuadamente conjugados, pueden generar en un futuro previsible, generalmente de duración limitada n.
• El valor residual que cabe asignar a los elementos antedichos al final de las estimaciones de flujos de renta durante el período previsible n.
• La tasa de descuento que debe ser aplicada para convertir las estimaciones de futuro en valores de hoy.
La segunda etapa consiste en analizar la situación actual de la empresa. Posteriormente debemos de elegir el método de valoración más adecuado. En la siguiente etapa elaboramos las “Proyecciones Financieras Futuras”, determinamos un rango de valor y fijamos el precio final.
Una valoración es útil en multitud de ocasiones. Entre las más comunes podríamos enumerar: Venta y compra de una empresa; Ampliación de Capital; Entrada y salida de un socio; Sucesión generacional; Remuneración de empleados en acciones, etc. Sin embargo, hay otras situaciones que igualmente necesitan de una valoración: si la misión de una empresa es incrementar el valor para los accionistas; análisis de inversiones; curiosidad…
Como hemos visto, para valorar una empresa necesariamente hemos de pasar por las etapas enumeradas anteriormente. También hemos visto que existen diversos métodos, algunos muy sencillos y otros muy complejos; unos muy rápidos y otros muy lentos; unos muy exactos y otros no tanto. Sin importar cual sea el giro o el tamaño de la empresa, lo que sí es un hecho es que todo empresario tiene que saber cuanto vale su empresa. El empresario es la persona que aporta el capital y realiza al mismo tiempo las funciones propias de la dirección: organizar, planificar y controlar. Por ello es importante que conozca el valor de su empresa, principalmente por varias razones: para saber si las utilidades que tengo son buenas o malas y para saber en cuanto la podría vender si se diera la oportunidad.

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