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Las dudas de todo accionista responsable

Antes de comprar un coche, uno pregunta cuánto consume, las prestaciones, la cilindrada, la potencia, etc. En cambio, si lo que se quiere es invertir en bolsa, surgen otras cuestiones diferentes. Para empezar a moverse en el mundo de los productos cotizados uno debe conocer qué significa ser accionista, las ventajas inherentes, pero también los riesgos.

Ser accionista supone convertirse en copropietario de una sociedad en la parte proporcional a la participación adquirida. Esto significa que el rendimiento irá ligado a la evolución de la cotización y al reparto de beneficios de la sociedad. Usted tendrá derecho a estar informado de los hechos relevantes de la compañía que puedan afectar a las acciones, y tendrá derecho de asistencia y voto en las Juntas Generales -aunque hay algunas sociedades que establecen un número mínimo de acciones para asistir a estas sesiones, en caso de no alcanzar dicha cuantía, se puede agrupar con otros accionistas y elegir un representante-, constituyendo todos estos aspectos los derechos políticos.

Además, posee otros derechos económicos, como el dividendo, el derecho de suscripción preferente y el de la cuota de liquidación. El primero se refiere a la parte de beneficio que la Junta General decide repartir. El segundo, consiste en que los accionistas tienen preferencia en la suscripción de nuevas acciones si la sociedad lleva a cabo una ampliación de capital o emite obligaciones convertibles en acciones. Por último, si la compañía llegara a liquidarse, los accionistas recibirían la parte proporcional de su participación, después de que la sociedad satisfaga sus obligaciones con todos los acreedores.

Entre los beneficios de invertir en una compañía cotizada frente a otra que no se encuentra en el mercado de valores, destaca la liquidez, ya que las acciones se negocian en un mercado organizado en el que para comprar o vender es suficiente con transmitir a un intermediario autorizado la orden correspondiente. En este punto cabe destacar que no todas las compañías tienen la misma liquidez, ésta dependerá del tamaño de la sociedad y de su capital flotante (free-float), es decir, la parte del capital social que se encuentra disponible para negociar en bolsa. Por lo general, las empresas de mayor tamaño y mayor capital flotante ofrecen más liquidez.

Otra de las ventajas es la transparencia, las sociedades cotizadas están obligadas a difundir al mercado toda la información que pueda afectar al precio de la acción a través de su página web y la CNMV, quien vela por el cumplimiento de estas obligaciones. Además, se puede saber en todo momento la valoración de la compañía, ya que el mercado asigna de forma continua un valor a las sociedades cotizadas, que se recoge en el precio de las acciones (cotización). Por contra, a diferencia de los productos clásicos de renta fija, la rentabilidad de una acción no se puede conocer de antemano y la evolución de las acciones no depende sólo de la propia compañía, sino que factores ajenos como la situación de la economía, la evolución de los mercados o variables macroeconómicas, también influyen. Otra premisa a tener en cuenta es que el comportamiento de una acción en el pasado no garantiza su evolución futura y la inversión sólo puede deshacerse mediante la venta de acciones.

Por ello, son los propios inversores quienes tienen que tomar la decisión de si la compra de acciones es adecuada a su perfil de riesgo en cada momento. Es importante mantenerse informado de la empresa en la que se quiere invertir, pero también ser consciente de la situación propia y conocer cuál es nuestro perfil inversor. En este caso, unas palabras de Sun Tzu con más de 2.500 años de antigüedad pueden servir de guía: “Si conoces a los demás y te conoces a ti mismo, ni en cien batallas correrás peligro; si no conoces a los demás, pero te conoces a ti mismo, perderás una batalla y ganarás otra; si no conoces a los demás ni te conoces a ti mismo, correrás peligro en cada batalla”.

Como accionista, puede verse afectado por las operaciones corporativas de la compañía, y esto puede generar dudas en el inversor. Conocer términos como qué son los derechos de suscripción preferente, en qué consiste un desdoblamiento (split) de acciones o cómo puede afectar una fusión, es importante para moverse con confianza en el mundo de las sociedades cotizadas. En el Portal del Inversor de la CNMV (www.cnmv.es) encontrará la información detallada sobre estos temas. Para dudas concretas, también puede dirigirse a la Oficina de Atención al Inversor (902 149 200). Consultar periódicamente la sección “Información para accionistas e inversores” en la propia web de la compañía en la que ha invertido, es otra de las acciones recomendables, ya que un accionista responsable debe dedicar tiempo y atención al seguimiento de sus inversiones. No sólo se deben consultar las cotizaciones bursátiles, sino hacer las propias valoraciones teniendo en cuenta aspectos como la evolución del negocio, las variaciones en la estructura de capital de la compañía y la política de dividendos, conociendo en todo momento el propio perfil inversor y valorando los riesgos y rentabilidades vinculadas a la inversión.

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