Los CFDs

¿Qué tipo de inversor es usted?, ¿es un inversor cortoplacista capaz de soportar un riesgo elevado?, ¿es un inversor largoplacista con algo de aversión al riesgo?, ¿es simplemente alguién que quiere invertir sus ahorros para obtener una rentabilidad acorde con el mercado?… ¿o quizás es una de esas personas que prefiere invertir en ladrillos porque considera que es una inversión “más segura” que invertir en productos financieros? … pues está de suerte, sea cual sea su perfil, siempre va a encontrar algún producto que cumpla sus expectativas de inversión. Pero cuidado con sus expectativas de rentabilidad, y con el riesgo.

Actualmente en un entorno económico algo complicado, marcado por la incertidumbre y la alta volatilidad, surgen productos cada vez más complejos y sofisticados que en ocasiones, intentan aprovechar las ineficiencias del mercado, mitigar el riesgo e incluso beneficiarse de las caídas de los índices.

Todos estos nuevos productos no son la panacea, sino simplemente alternativas de inversión donde se debe estudiar la rentabilidad y analizar el riesgo. Conceptos que nunca hay que dejar de lado al hacer una inversión. En función de este binomio, y ajustándose a su perfil inversor, se elegirá un producto u otro.

Un Sistema Financiero es un conjunto de Instituciones, Medios y Mercados cuyo fin es canalizar el ahorro que generan las unidades de gasto con superávit, hacia los prestatarios o unidades de gasto con déficit, y en el que conviven tanto los instrumentos financieros como las instituciones o intermediarios y los mercados. Son muchos los productos y servicios que han proliferado en ellos a lo largo de los últimos años. Los intermediarios compran y venden los activos (instrumentos financieros) en los mercados financieros, cumpliendo así la función primordial de cualquier sistema financiero. En el mercado español se pueden encontrar, por ejemplo: activos de renta fija (como los bonos o las obligaciones); los warrants; los derechos de suscripción, y los activos de renta variable (como las acciones); Fondos de Inversión; Fondos Cotizados o ETF o ahora los CFDs o Contratos por Diferencias.

Los CFDs son productos relativamente jóvenes en España y muy de moda en los últimos meses. Los contratos por diferencias (CFD, de sus siglas en inglés: Contract For Differences), son contratos en los que las partes acuerdan hacer frente al pago de la diferencia entre el precio de compra de un producto financiero subyacente y el precio de venta de dicho subyacente en un momento posterior, sin requerir, por lo tanto, el desembolso del precio de la compra o de la venta. El subyacente puede ser un valor negociable, un índice, una divisa, un tipo de interés o cualquier otro producto financiero.

Su principal característica, por tanto, es el apalancamiento, es decir, el inversor puede adoptar o tomar una posición compradora o vendedora, y en ningún caso necesita disponer del importe total de la inversión. El intermediario únicamente le exige un depósito que será un porcentaje sobre el importe total de la inversión, en concepto de garantía. Se liquidan por diferencias, y al final de cada sesión se hará la liquidación de pérdidas y ganancias diaria.

Los CFDs no tienen vencimiento y no hay que cambiar de contrato para mantener las posiciones de largo plazo. Otra ventaja, es que replican directamente el movimiento de las acciones frente a la complejidad de las opciones o los Warrants

En realidad, este producto no es más que un contrato entre el inversor y una entidad financiera por la que ésta compra los títulos en bolsa y financia la adquisición, de modo que el inversor sólo tiene que poner una pequeña parte de la inversión total (apalancamiento). Este contrato se liquida cuando desee el cliente, ya que no tienen vencimiento, y gana la diferencia entre el precio de compra y el de venta, como si hubiera comprado directamente las acciones.

En lo relativo al coste, habrá una comisión para el intermediario financiero por la compra-venta de las acciones. Normalmente es un porcentaje sobre el nominal, y como este producto te ofrece la posibilidad de apalancarte lleva consigo una financiación que tiene intereses, lo que supone un coste adicional para el inversor.

En cuanto a tributación, los CFD no tienen retención fiscal y tributan como el resto de productos de inversión: al 18% de la ganancia obtenida.

Como conclusión, estos productos, son una alternativa a los derivados tradicionales, como los futuros, las opciones o los Warrants, aunque no debemos olvidar que son productos complejos y muy sofisticados para inversores profesionales, ya que llevan un riesgo aparejado derivado del apalancamiento, que produce un efcto multiplicativo, no sólo de ganancias, sino también de pérdidas. Son instrumentos muy útiles para los traders de corto plazo y para inversores que gestionen activamente sus carteras

Como en toda inversión, no se debe olvidar el binomio Rentabilidad-Riesgo, además hay que estar perfectamente informado sobre el producto que se está comprando. Los CFD se someten a las normas de conducta de la Ley del Mercado de Valores y, en particular a las de prevención del abuso de mercado. De conformidad con el test de idoneidad de la Directiva MiFID, las entidades deben dotarse de procedimientos para garantizar que disponen de información sobre la situación financiera, conocimientos, experiencia inversora y objetivos de inversión de los clientes a los que ofrezcan la contratación de este tipo de instrumentos financieros.

De una forma u otra, todos los inversores pueden elegir entre un espectro de productos financieros que les pueden proporcionar, rentabilidades atractivas tomando riesgos en función de sus perfiles inversores.

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