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Moneda a moneda

Moneda a Moneda

Día tras día oleadas de extranjeros llegan a nuestro país, la inmigración es un hecho evidente y además en continuo crecimiento. Desde otros países los inmigrantes llegan a España con la ilusión de mejorar su calidad de vida y la de sus familiares, vienen en busca de un empleo bien remunerado, que les permita vivir aquí y además enviar dinero a sus países de origen.

En poco menos de una década, España ha pasado de ser uno de los primeros receptores mundiales de remesas a posicionarse como el segundo país, por detrás de Estados Unidos, que más dinero envía fuera de sus fronteras.

Según datos publicados por el Banco de España, los inmigrantes que trabajan en nuestro país remesaron alrededor de 3.170 millones de euros durante los cinco primeros meses del presente ejercicio. Los datos numéricos indican un crecimiento de un 26,5% respecto al mismo periodo de 2006, dato bastante significativo si tenemos en cuenta que el dinero procedente de los españoles que viven en el extranjero aumentó sólo un 12% durante el mismo periodo.

Al abordar el tema de la inmigración, debemos tener en cuenta que las consecuencias no sólo existen para el país emisor de las remesas, sino que como contrapartida encontramos al país receptor de las mismas, y que a su vez, sufre consecuencias claramente opuestas. Para conseguir una valoración objetiva, el estudio debe hacerse desde ambos puntos de vista; desde el país emisor y desde el receptor.

Desde el punto de vista del país receptor, las remesas recibidas por sus familiares son, sin duda alguna, beneficiosas. Estas inyecciones de capital se han convertido en el primer motor de desarrollo para estos países, reducen la pobreza, mejoran el bienestar, equilibran el crecimiento y amplían los recursos internos y externos de las economías. La única preocupación que podría surgir es la de la adopción de una postura rentista por parte de los allí residentes, ya que las cantidades de dinero enviadas desde España doblan, en la mayoría de las ocasiones, los salarios de estos países. Pero en términos generales, que es lo realmente importante, estas remesas suponen una compensación, en todos los sentidos, al drama de la emigración

Ahora bien, el caso del País emisor es diferente, en España, concretamente, existe una creciente preocupación por la Balanza por Cuenta Corriente, que indudablemente se ha visto afectada por la inmigración. Como principal factor se habla de las remesas, pero existen otros factores igualmente relacionados como son: el menor ahorro, mayor consumo de bienes duraderos y el efecto sobre la inversión por parte de los inmigrantes, todos ellos son causantes, en gran parte, del déficit por cuenta corriente en el que actualmente nos encontramos.

En décadas anteriores, España tuvo en las remesas una de las bases para equilibrar el agujero exterior, gracias a las transferencias que recibía de los casi tres millones de ciudadanos que residían fuera. La llegada de 4,5 millones de inmigrantes ha neutralizado este efecto, desde hace tres años España es un emisor neto de remesas.

La inmigración, como en la mayoría de los procesos, tiene aspectos negativos pero también positivos. Los inmigrantes ahorran dinero para enviar a sus familias pero también generan un consumo anual de alrededor de 35.000 millones de euros y, según datos de la oficina económica de La Moncloa, explican la mitad de la expansión del PIB.

Tanto los aspectos negativos como positivos, son temas cada vez más estudiados, ya que el número de inmigrantes que residen en nuestro país no deja de aumentar, los extranjeros representan ya casi un 10% de la población, y todos los sectores están pendientes de este creciente protagonismo. Existen grupos importantes de distribución y entidades de crédito, que han visto en la inmigración un mercado potencial y están tomando posiciones, creando nuevos productos que faciliten y agilicen las transferencias para captarlos como clientes. Otros expertos argumentan que ligar una pequeña parte de las remesas a proyectos de inversión, como líneas de ahorro o de inversión, supondría un verdadero “boom” económico.

Todas estas son algunas de las soluciones alternativas que, tanto gobierno como agentes de mercado, plantean para transformar las consecuencias negativas del envío de remesas en posibles inversiones financieras, subsanando esta parte del déficit de nuestra balanza provocado por la inmigración.

Nos encontramos frente a un proceso de adaptación en el que la clave para el beneficio global se encuentra en la integración. El efecto neto que está produciendo este proceso es, en términos generales, positivo para nuestro país, y aunque los efectos negativos son inevitables debemos intentar paliarlos y sacar el máximo partido de la situación, como ya lo están haciendo numerosos agentes de mercado. Se debe buscar la forma de colaborar con este importante sector que crece a pasos agigantados y que “moneda a moneda” augura beneficios en nuestra economía para los próximos años.

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