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No es oro todo lo que reluce

Después de un mal periodo estival, el Ibex 35 (principal indicador de la Bolsa española) ha cerrado con una bajada del 3%, y aunque en términos generales el descenso no ha sido tan acusado, ha sido el peor mes desde 1998. Mientras los índices de todo el mundo se resienten, en gran medida debido a la falta de confianza en la recuperación económica y a los muchos datos macroeconómicos publicados a los dos lados del Atlántico, las materias primas están en máximos. Un ejemplo a destacar es el oro, metal precioso conocido tradicionalmente como valor refugio.

Es cierto que la demanda de oro está subiendo de forma exponencial, pero deberíamos distinguir entre la demanda del sector industrial, donde el oro se utiliza como componente en joyería y en otras industrias, y la demanda de inversión, procedente de inversores que quieren acumular activos sobre el metal precioso. Esta acumulación es fruto de la especulación o del miedo por la inestabilidad económica; en un intento de proteger sus ahorros comprando oro como una inversión alternativa. Actualmente, es la segunda opción la que tiene mayor tirón, pero China va a ser un factor determinante para que la demanda industrial se incremente, propiciada en gran medida, por el consumo de oro como componente de joyería.

Tradicionalmente, el oro es considerado como un valor refugio, pero hay que tener en cuenta que es un activo no exento de riesgo y muy volátil, ya que está influenciado de una serie de variables que pueden oscilar de forma inesperada. No debemos olvidar que su precio también depende de la oferta y la demanda. En la actualidad, el oro está casi en máximos anuales (tocó máximos el 21 de junio del año pasado 1.256 $/onza), y muchos son los analistas que le auguran una subida de hasta 1.500 dólares la onza de aquí a final de año. La onza de oro acumula una revalorización del 14,20% desde enero de 2010.

Este metal cotiza en onzas valoradas en dólares, una onza equivale a 31,10 gramos de oro. Normalmente, su precio aumenta cuando el entorno macroeconómico es negativo, cuando la inflación está desbocada o hay expectativas negativas de subidas continuadas, o cuando hay graves conflictos políticos. Además no hay que olvidar que el precio de un activo depende de la oferta y la demanda que exista sobre él.

Son numerosas las formas de comprar este metal, pero quizás la que más está proliferando en los últimos meses es la adquisición a través de los ETF o Fondos Cotizados, producto financiero, que ya ha cumplido 4 años de existencia en nuestro mercado, y combina las ventajas y operatividad de los Fondos y de las acciones. Estos Fondos replican la evolución del oro, por tanto a efectos operativos es como si compráramos directamente el metal.

No debemos dejarnos llevar, no es oro todo lo que reluce, y tener en cuenta que a pesar de su adjetivo de refugio, este término no es sinónimo de seguro o exento de riesgo. Y, a pesar de que su apreciación o depreciación no está influida por el comportamiento de determinados índices bursátiles u otros productos, es una materia prima muy volátil y su precio está sometido a la oferta y la demanda del mercado. Por tanto, es una inversión, y como tal, debemos conocer sus características y valorar el binomio rentabilidad–riesgo.

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