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Oferta o Demanda

Es bastante habitual achacar a los mercados financieros la responsabilidad de ser indicadores adelantados de la Economía. Es, en estos casos, cuando se requiere dar una definición académica exacta de su funcionamiento y analizar sus implicaciones.
Los mercados financieros son lugares físicos o virtuales en los que se negocian activos financieros. Según su amplitud geográfica pueden ser locales, nacionales e internacionales, y serán precisamente estos últimos los protagonistas de este artículo. La formación de precios estará regida por una fuerza de oferta y demanda, y será precisamente esta función la que marque la principal característica que tiene que tener cualquier mercado: la liquidez. Pues bien, el punto de equilibrio es donde radica la necesidad de aplicar ajustes, pues de lo contrario una de las partes decidirá no alcanzar un acuerdo. Introduciendo aquí el concepto de libertad de elección, tan importante en una economía de mercado. El precio viene determinado por la cantidad de unidades monetarias necesarias para intercambiar, que puede diferir del valor, siendo el montante por el cual empezamos a operar.
Y la pregunta importante, ¿quién está detrás de esa oferta y demanda? No permita que le engañen, usted mismo. A lo largo de la vida, cada persona puede formar parte del grupo oferta o demanda según las circunstancias. Los ahorros de un inversor pasan a formar parte de esos instrumentos financieros como oferta. ¿Por qué? El Inversor desea obtener una rentabilidad por sus ahorros, que puede venir en forma de depósitos, cuentas, acciones, etc… solicitando a la parte demandante un precio. Ejemplo: tipo de interés, rentabilidad por dividendo, etc dependiendo en el activo en el que se invierta. Al mismo tiempo, podemos estar en el otro lado, y necesitar préstamos, créditos, etc, para financiar nuestros proyectos o necesidades, y por ello tendremos que pagar unos intereses.
Los mercados financieros son parte del engranaje de un Sistema Financiero, y para que funcionen correctamente tiene que producirse ese intercambio entre oferta y demanda, de manera que se produzca una asignación eficiente de recursos. Al mismo tiempo, la transparencia y flexibilidad son piezas importantísimas dentro del Sistema. Por tanto, cuando se solicitan altas rentabilidades por el ahorro se está exigiendo a los que demandan un alto precio que deben obtener de sus proyectos. Si la planificación de esos proyectos falla, habrá que acometer reducciones de costes, sin tocar la devolución de las cantidades prestadas y sus intereses, de lo contrario se podría entrar en una situación de quiebra técnica. Por ejemplo, en muchas empresas cotizadas existen fondos de pensiones y aseguradoras como accionistas que exigen una rentabilidad estable a lo largo de los ejercicios con los que cumplir a su vez con los objetivos que han ofrecido a sus clientes; o en el caso de las aseguradores, esos planes de ahorro con rentabilidad asegurada. Así que, de forma indirecta, somos responsables de querer más por nuestros ahorros y no correr riesgos con nuestras inversiones. Es la pescadilla que se muerde la cola, no existe alta rentabilidad sin asumir alto riesgo. Es por ello que cada inversor debe saber cuál es su perfil inversor y ser consciente de los riesgos que quiere o puede asumir.

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