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¿Papel o dinero?

En el entorno eminentemente cambiante y de globalización en el que estamos inmersos, muchas son las preguntas que debemos hacernos acerca de nuestras inversiones, y también, por qué no, de las inversiones que tienen que acometer las empresas. Tarea que no resulta nada fácil, si tenemos en cuenta cuál es el objetivo de cualquier empresa, ya sea PYME o multinacional o incluso multinacional americana, que en los tiempos que corren hasta ellas tienen que preservarse en el tiempo y en el espacio de los vaivenes del mercado.

Tal y como nos planteamos el tema, sería interesante, primero, pensar cuál creemos, que es el objetivo que persigue cualquier empresa. Cabría pensar en: ¿Maximizar beneficios?, ¿Evitar la quiebra?, o simplemente conseguir, ser considerada como «un buen ciudadano».

Si partimos del objetivo de Maximización de Beneficios, cualquier empresa en términos absolutos debe: satisfacer al cliente, vender el mayor número de productos y servicios, y además, obtener por todo ello un beneficio que repercutirá directamente en el Accionista o Inversor.

De ello surge por tanto, otra pregunta: ¿qué espera el inversor de la empresa?, ésta es compleja y depende un poco de cada accionista, aunque la sociedad debe hacerse la misma cuestión, e intentar satisfacerle en la medida de lo posible. La empresa debe maximizar el beneficio, existiendo una reciprocidad o un feeback con sus accionistas, lo que le lleva a maximizar la riqueza de los mismos.
¿Cómo lo va a instrumentar?: a través de los Dividendos.

Los dividendos se pueden materializar de muy diversas formas, vamos a comentar una que está en boga desde hace ya unos años, y que, por ejemplo, Telefónica está aplicando a sus accionistas desde que el Sr. Villalonga comenzó a gestionarla. Todo indica que el Sr. Alierta continuará con esta política; la cual consiste en retribuir a los accionistas con acciones de la compañía, son las llamadas Acciones Liberadas, sin coste alguno para el inversor, e instrumentadas a través de una ampliación de Capital con cargo a reservas para la empresa.

Muchas veces, la ventaja o desventaja de esta forma de retribución estriba en el perfil del inversor. Para un inversor conservador, por ejemplo, y teniendo en cuenta el factor psicológico, probablemente prefiera percibir cada año «con seguridad» una cantidad de dinero efectivo vía dividendos, en lugar de tener un número superior de acciones que puedan revalorizarse o no, cada año.

De todas formas, antes de formarse una opinión sobre esta forma de retribución alternativa, vamos a comentar el aspecto fiscal, algo fundamental en cualquier tipo de operación.

Cuando se reciben acciones liberadas, no se tributa en ese momento, es decir, se añadirán a la cartera ya existente, manteniendo la antigüedad de las acciones de las que procedan. Hay que tener en cuenta también, que en toda ampliación existen unos derechos de suscripción preferente, que no tributan inmediatamente, aunque se vendan. Por tanto, si queremos recoger algo de efectivo, podemos vender los derechos de suscripción, quedando la tributación diferida en el tiempo hasta que se produzca la venta de las acciones originales. Si ha transcurrido más de un año y las vendemos, las plusvalías obtenidas tributarán al tipo fijo 18%. Pero si se vende antes de que transcurra el año, tributarán al tipo marginal que corresponda a cada inversor.

Con tipos marginales inferiores o iguales al 28% es más beneficioso obtener la retribución a través de dividendos, ya que éstos se incluyen en la base imponible multiplicando la cuantía bruta por 1,4, y aplicando una deducción en la cuota del impuesto del 40% del dividendo bruto. Dando lugar a una deducción aplicada en la cuota que superará a la tributación en la base imponible de los dividendos, es decir, el dividendo en realidad no tributaría y además quedaría un exceso de deducción para poder compensar otras rentas.

Esta es la parte correspondiente al accionista, pero ¿cómo influye esto en la empresa? ¿Qué obtiene ella de aplicar o retribuir al inversor a través de esta fórmula? Al repartir acciones con cargo a reservas, no se produce inyección de capital, es decir la empresa no aumenta su valor, sólo se incrementa el papel en circulación en el mercado, beneficiando en cierto modo a la acción, ya que aumenta la liquidez de las mismas. Por otra parte, la sociedad se está ahorrando el efectivo que debería pagar a sus accionistas, reinvirtiendolo probablemente para poder acometer nuevas inversiones que sí aumentarán el valor de la empresa.

Retomando los objetivos planteados al principio de este artículo, además de cumplir o conseguir la primera cuestión enunciada, se debe del mismo modo, intentar evitar la quiebra, no vaya a suceder lo acontecido en EEUU con Enron, manteniendo una actitud ética en los negocios y una buena conducta que nos lleve a una mejora en la organización y en la gestión del gobierno de nuestras sociedades.

Concluyendo, no hay formulas buenas o malas, sino que dependen del horizonte temporal de cada uno y del prisma con que se miren. Lo que hay que tener en cuenta son los diferentes puntos de vista y las posibles alternativas existentes conociendo en todo momento sus ventajas e inconvenientes.

Leonor Vargas Escudero
Directora Financiera
Fundación de Estudios Bursátiles y Financieros
lvargas@febf.org

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