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Préstamo de valores, héroe o villano

Los fondos de pensiones se cuidan mucho de pedir prestados valores en medio del debate en contra de los shortsellers, pero el sector es unánime al afirmar que el préstamo de valores es beneficioso para el sistema.

Las compraventas a crédito y los préstamos de valores consiguientes han pasado de ser habituales a mostrarse controvertidos en cuestión de semanas, pero la SEC rescindió el pasado jueves 9 de octubre su prohibición sobre los 970 valores financieros negociados en Wall Street. Sin embargo, la libertad será sólo parcial, ya que continúan vigentes algunos aspectos de las restricciones, tales como la prohibición del denominado naked short selling, operación en la que el bajista no entrega al comprador título alguno hasta que cierra su propia posición, situación que puede prolongarse varios días, manipulando el mercado y mintiendo sobre las expectativas de las cotizadas. Además de ello, los gestores de fondos deberán comunicar al mercado sus posiciones bajistas, aumentando la transparencia.

Durante años los préstamos de valores han sido el lubricante que necesitaban los ejes de los mercados, apoyando las cuentas de resultados de los gestores de activos y de los fondos de pensiones. Pero ahora, en medio de la furia populista condenatoria se opina que son culpables de buena parte de la pérdida de confianza en los sistemas bancarios y en las bolsas de valores europeas y norteamericanas.

Algunos renombrados fondos de pensiones californianos muy activistas, como Calpers, han suspendido temporalmente sus operaciones de préstamo de valores y otros incluso han cancelado sus programas de préstamo de valores.

La compraventa a crédito es una fuente de ingresos marginal, y ahora se percibe cada vez más como una actividad sospechosa debido a la conexión entre el préstamo y short selling. La suspensión temporal ha actuado como medida disuasoria y elemento estabilizador para los mercados financieros.

La Asociación de Gestores de Activos Británica (IMA) ha recordado a todos sus miembros que deben considerar seriamente todas las implicaciones antes de llevarlas a cabo, afectando a la concordia del mercado ordenado y con el riesgo de dañar los intereses de sus propios clientes.

Sin embargo, el sector de fondos de inversión se muestra unánime a la hora de afirmar que en circunstancias normales el préstamo de valores es positivo para los mercados, y debería permitirse sin traba alguna.

Oficiosamente, numerosos intermediarios financieros reconocen que si desaparece el préstamo de valores se quiebra la quintaesencia de los propios mercados, en tanto en cuanto se resentiría su liquidez y no se dispondría de incentivos para compraventa de acciones. Si miramos a las bolsas de valores en países como China o India, en los que esta actividad no está desarrollada, se puede percibir como plomo en sus alas. Sin embargo, la batalla de la opinión pública, en las circunstancias actuales, parece perdida al resultar muy cómodo diagnosticar un chivo expiatorio ante la crisis de confianza.

La actividad de préstamo de valores nació en los años70, pero se desarrolló sobre todo tras la liberalización de los mercados financieros, en los años 80, que favoreció su instrumentación fiscal, convirtiéndola en generadora de sustanciosos beneficios para numerosos intermediarios financieros.

Según datos de Data Explorers o Spitafield Advisors los ingresos de los préstamos de valores suelen estar entre 20-40 puntos básicos en la mayoría de los mercados, pero se reducen en los EE.UU. cuando la oferta tiende a sobreestimar sistemáticamente la demanda.

El último trimestre del año la proporción de acciones prestadas ha sido del 16% y no todas ellas se han usado para las ventas a corto. Los préstamos pueden darse por muchas razones diferentes, tales como permitir el reparto de dividendos a instituciones con mejor tratamiento fiscal, suministrar liquidez a los market makers o cuadrar necesidades de colaterales por parte de los brokers. De forma más controvertida, los inversores activistas pueden utilizar las acciones en préstamo para incrementar su capacidad de voto.

El préstamo de valores es mucho más importante que las posiciones bajistas. En Europa occidental y EE.UU. el préstamo de valores está muy extendido, mientras que en los mercados emergentes es más difícil de encontrar.

El principal beneficio del préstamo de valores es que se trata de una operación con poco riesgo. Un inversor puede tomar colaterales de calidad tales como los Bonos del Estado con un margen a favor, y estipular un beneficio para estos valores en función de su demanda. No hay razones para no hacerlo si estamos cómodos con el riesgo tomado.

Sin embargo, el proceso no estará totalmente exento de riesgo. Lehman Brothers era un gran prestador de acciones a corto antes de quebrar, aunque no parece que muchos prestamistas perdieran su dinero. En lugar de ello, la mayoría fueron capaces de vender su colateral, en efectivo o en papel del Gobierno al 105 % de la acción prestada, y comprar las acciones de vuelta sin incurrir en pérdidas.

De cualquier modo, algunos prestamistas de valores perdieron su dinero cuando sus colaterales fueron invertidos en vehículos estructurados de inversión (SIV) operados por los principales bancos, la mayoría de los cuales se colapsaron al principio del credit crunch. La liquidez, hoy por hoy, prefiere dirigirse hacia los fondos monetarios.

Los más benévolos opinan que los short sellers no pueden afectar a las cotizaciones de los valores más allá de unas horas, y que los propietarios de activos que no prestan valores no están siendo solidarios con el resto de los inversores.

Los más críticos postulan el estereotipo que asimila los fondos de cobertura (hedge funds) con meros instrumentos especulativos que no generan valor económico con sus operaciones bajistas, afirmación simplista, y matizable. Los fondos de cobertura aportan liquidez en mercados que, de no operar dichos fondos, serían muy ilíquidos. Al explotar ineficiencias ayudan a que los mercados estén mejor valorados. Y además, los hedge funds invierten en una amplia variedad de productos y alternativas, tales como deuda privada, fusiones y adquisiciones, compra de nuevos títulos en mercados primarios y secundarios y mercados emergentes. Sin la participación de los fondos de cobertura, muchos de estos proyectos no podrían encontrar la financiación adecuada. Los hedge funds reducen el coste de capital en los mercados financieros.

Héroe o villano, tomar posiciones cortas no es, per se, intrínsecamente perverso. Como toda estrategia de gestión, se trata de medir acertadamente los riesgos y de alcanzar un equilibrio confortable entre el binomio rentabilidad/riesgo. Aunque en entornos de incertidumbre y volatilidad resulten cajas de resonancia peligrosas, sobre todo para los valores de menor tamaño, más vulnerables.

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