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Profesionalización y financiación del Tercer Sector en España

El Tercer Sector es, básicamente, un conjunto de organizaciones de la sociedad civil y sin fines de lucro que realiza actividades que buscan el bien común. Su objetivo principal, en el contexto del Estado del Bienestar, es cubrir un espectro muy amplio de funciones, entre las que se podría destacar la reducción de las diferencias sociales, o evitar la exclusión social y la marginación.

Las cooperativas, las sociedades laborales, mutualidades, fundaciones, asociaciones son ejemplos muy diversos de este sector, heterogéneo en tamaño y hábitos, cuya definición suele trazarse a partir de lo que no cubre el estado o las empresas privadas. Este carácter poliédrico y dispar dificulta su análisis al aunar realidades que deben estudiarse por separado, y dificultando la elaboración de conclusiones comunes.

El Tercer Sector agrupa más de 250.000 fundaciones en España, y genera anualmente un 5% del PIB español; incorporando el trabajo de los voluntarios, representa un volumen de empleo cercano a los 1,3 millones de puestos de trabajo. Más del 60% del empleo generado se concentra en entidades de menos de 50 trabajadores y, en contraste con los promedios nacionales, el empleo femenino es mayoritario. Además, la aportación al empleo joven menor de 25 años y de discapacitados supera igualmente los promedios nacionales.

La financiación es uno de sus puntos críticos, y los expertos consideran que ésta no debería descansar, como hasta ahora, en las subvenciones y ayudas públicas, sino también en ingresos generados por las actividades propias. Se trata de encontrar fórmulas que liguen los fondos públicos y privados al cumplimiento de ciertos compromisos, o a un cierto grado de cofinanciación.

El tercer sector en España tiene una acusada dependencia de la financiación pública. Las ayudas se suele canalizar a través de subvenciones, un 52,8% de sus ingresos (en las de menor tamaño, la financiación pública puede llegar al 90% de sus ingresos, condicionando seriamente su propia supervivencia).

Sin embargo, la contratación pública de servicios tiene muy poco peso en el conjunto de la financiación pública de estas entidades. Y sólo el 25% de sus ingresos corresponde a la cuota de sus socios y a donaciones de particulares.

Este sobrepeso de la financiación pública en los ingresos de las entidades, y su excesivo escoramiento hacia las subvenciones, alimentan un hábito de dependencia que no estimula a desplegar un mayor activismo en la financiación privada, y favorece a las entidades que desempeñan con mayor virtuosismo el juego de las subvenciones.

Poco se sabe de la eficacia con que las entidades sin ánimo de lucro realizan sus actividades. Este desconocimiento alimenta un clima de despreocupación por los resultados, y fomenta una tendencia a la autoexculpación entre las ONG, lo que supone un obstáculo para que madure el clima de confianza social en el tercer sector.

De hecho, un estudio recientemente realizado por la Fundación Luis Vives ha mostrado como el mecenazgo en España presenta dos grandes carencias: la gran concentración del sector, y su dependencia de los fondos públicos. En el primer caso, podemos ver como el 11% de las entidades reciben el 70,6% de las aportaciones. De entre ellas, las más favorecidas son las fundaciones especializadas en discapacidades, con un 1% de los fondos. En el segundo, podemos afirmar que solo el 60% de estas entidades recibe ingresos de fuentes privadas.

El mecenazgo empresarial supone otra fuente de captación de ingresos apenas explorada por las ONGs españolas, aunque su articulación debe ser exquisita y rigurosa, para no perder su esencia no lucrativa. No debemos olvidar que la ayuda al tercer sector es una herramienta más de comunicación para las empresas con la sociedad. La responsabilidad social corporativa es un ámbito muy eficaz de mostrar su compromiso, aunque todavía poco conocido y desarrollado en España.

De cara a poder articular estrategias de captación de fondos privados por parte de las entidades sin ánimo de lucro, se pueden establecer una serie de consejos prácticos, como puedan ser los siguientes:

– Analizar a fondo los posibles donantes y evitar la captación de fondos que provengan de entidades cuyo perfil no encaje con los objetivos de la organización.

– Diversificar es clave. Evitar depender de una o dos fuentes de financiación. A mayor numero de donantes, mayores probabilidades de éxito para la ONG.

– Contar con profesionales a la hora de captar fondos es una baza esencial. No todo el mundo tiene las cualidades profesionales y humanas necesarias para dedicarse a esta tarea.

– Justificar siempre por escrito y con datos suficientes el empleo dado a los fondos captados.

– Cuidar las relaciones (institucionales y privadas). Es necesario invertir tiempo y energía en cultivar y mantener los contactos.

– Organizar eventos o celebraciones es una forma efectiva de recaudación.

– Una persona famosa es también un gancho efectivo, pero la personalización excesiva se puede volver en contra de la ONG.

– Buscar donaciones en especie, no sólo dinero en efectivo.

A nivel de mecenazgo individual también queda mucho trabajo por hacer, ya que el último estudio de la AOMD ha mostrado como sólo un 12% de los ciudadanos españoles ha efectuado donaciones el último año. Las causas de esta escasa generosidad pueden ser el relativo retraso en el desarrollo de este sector, y el tratamiento fiscal de las donaciones (todavía muy gravoso, en comparación con países anglosajones), pero también por la falta de visibilidad de estas entidades. Su mayor transparencia, marketing y eficiencia en la gestión derivará en una mayor confianza de la sociedad, y por ende, en un mayor flujo de fondos.

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