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Reflexiones sobre la desdolarización

“El dominio del billete verde no durará para siempre, porque nada es eterno. Pero el alboroto sobre la desdolarización es mucho ruido y pocas nueces. Por ahora, el dólar domina porque no hay alternativas viables”. Paul Krugman. New York Times, Agosto 2023.

Una de las grandes paradojas de la economía mundial es la compatibilización de un Estados Unidos al borde de la quiebra (por exceso de deuda) y el dólar como moneda referencia líder a escala mundial. Tal y como indica el billete de dólar “in God we trust”, porque su capacidad fiduciaria hace años que se evaporó.

Por ejemplo, en la hoja de ruta del plan estratégico del gobierno chino está que su moneda sea una de las tres más importantes en 2050, pero hasta el momento, sus avances han sido menores de lo esperado y en la coyuntura reciente, parece que han tenido más éxito encontrando aliados para presentar un bloque monetario alternativo.

La perspectiva de la justicia poética sobre el liderazgo del dólar es muy diferente entre la Unión Europea, con un euro consolidado y los países emergentes, con problemas continuos de estabilidad política y macroeconómica. Los más débiles, además, tienen un pecado original en forma de dolarización, sin moneda propia y asumiendo subidas y bajadas inducidas en su poder adquisitivo derivadas de la cotización del billete verde.

Quizás por ello los países emergentes más fuertes, los denominados BRICS, acrónimo de Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, Irán y Argentina tras darse cuenta del fiasco de las criptomonedas para consolidar un nuevo orden monetario mundial, están protagonizando una peculiar revolución antidólar. Imponerse como potencias económicas con peso suficiente para constituir la alternativa al orden global querido y liderado por Estados Unidos, para la construcción de un mundo multipolar donde el dólar sea sustituido por una moneda común para no depender de la divisa de un tercer país.

El pasado mes de agosto, en Johannesburgo, las ambiciones de la cumbre de los BRICS volaron alto: ampliación del acuerdo y desdolarización en busca de grandeza e independencia para oponerse al “poder aplastante” del dólar (y en mucha menor medida del euro y el yen) en los mercados mundiales.

El primero de los objetivos se ha logrado parcialmente: los principales países emergentes invitaron aArabia Saudí, principal exportador de petróleo, Irán, Egipto, Argentina, Etiopía y Emiratos Árabes Unidos a unirse a su bloque en un ambicioso intento de ampliar su influencia mundial. De este modo, los nuevos miembros del BRICS reúnen a varios de los mayores productores de energía con los mayores consumidores del mundo en desarrollo, lo que confiere de repente al bloque un enorme peso económico. Dado que la mayor parte del comercio mundial de energía se realiza en dólares, la ampliación también podría aumentar su capacidad para impulsar el comercio en divisas alternativas.

El sueño de introducir una moneda única en la que participen los países del Brics no es nada nuevo. Lula, lleva tiempo pidiendo el fin del dominio del dólar estadounidense en el comercio mundial. El presidente brasileño aboga por que la moneda de los BRICS se convierta en la moneda de referencia para el comercio de los países emergentes mientras que Putin en la cumbre ha definido “la desdolarización como irreversible”. 

La idea de una moneda única para los países del Brics ha abierto un fuerte debate entre los analistas, que han reflexionado a fondo sobre la propuesta lanzada por el presidente brasileño desde muchos puntos de vista. Jim O’Neill, el ex economista de Goldman Sachsque dio nombre al bloque BRICS, ha criticado abiertamente la idea de que las cinco naciones trabajen juntas para crear una moneda común. O’Neill, en una entrevista con el Financial Times, explicó que la idea de una moneda única le parece simplemente ridícula, y se pregunta si los cinco países llegarán a crear un banco central de los BRICS. Una idea considerada casi ridícula. 

La preocupación de que el grupo desafíe por ahora la hegemonía del dólar parece exagerada, teniendo en cuenta sus diferentes regímenes políticos, la maduración de su Estado, y que los objetivos geopolíticos de los miembros compiten entre sí. Las sucesivas adhesiones han reducido la credibilidad de la alianza, disparando su prima de riesgo. Parece claro que éstos no están dispuestos a ceder el control sobre los tipos de cambio y/o la política monetaria. La atención se centrará posiblemente en la expansión de los lazos comerciales y financieros entre los miembros, incluido un mayor uso de las monedas locales, y en la posibilidad de cuestionar las actuales prácticas internacionales que se consideran favorables a los mercados desarrollados.

El dólar ha sido la moneda de reserva mundial desde la Segunda Guerra Mundial, pero una combinación de motivos políticos y económicos está mermando lentamente su supremacía.

Casi el 60% de las reservas internacionales se mantienen en activos denominados en dólares, según el Fondo Monetario Internacional. El dólar es también la moneda más utilizada en el ámbito comercial.

Ahora, las sanciones lideradas por Occidente contra Rusia en relación con su invasión de Ucrania están haciendo que otros países recelen de las posibles consecuencias de cruzarse con Washington.

Algunos, como Brasil, Argentina, Bangladés y la India, se están alineando con monedas y activos de reserva —como el yuan chino y el bitcoin— para el comercio y los pagos. 

Aunque el entorno macrogeopolítico está incitando a los países a buscar monedas alternativas, desde hace tiempo existe malestar por el predominio del dólar en el comercio y las finanzas mundiales.

Este debate sobre la desdolarización ha vuelto en oleadas cada pocos años, al menos desde la década de 1970.

El excesivo protagonismo de la política monetaria de EE.UU sobre el resto del mundo, la elevada factura del dólar para los países emergentes satelitezados y la diversificación en el comercio mundial y la demanda de petróleo son algunas de las principales razones por las que países de todo el mundo están intentando poner en marcha planes para alejarse de un mundo dominado por el dólar. 

Lo que Valéry Giscard d’Estaing denominó en su día un «privilegio exorbitante» haría posible que Estados Unidos no entrara en crisis en caso de no poder pagar su deuda cuando el valor del dólar caiga bruscamente, porque Washington podría simplemente emitir más dinero.

También significa que los países de todo el mundo tienen que seguir de cerca el ritmo y tono de la Fed para evitar que repercuta negativamente en sus economías.

Algunos países, como la India, han declarado que están hartos de que las políticas monetarias estadounidenses les tomen como rehenes, llegando incluso a afirmar que Estados Unidos ha sido un emisor irresponsable de las monedas de reserva del mundo.

Un grupo de trabajo del Banco de la Reserva de la India está presionando ahora para utilizar la rupia india para el comercio, una postura que está en consonancia con la visión del primer ministro indio Narendra Modi para la moneda.

La fortaleza del billete verde frente a la mayoría de las divisas del mundo está encareciendo las importaciones de los países emergentes.

En Argentina, la presión política y el descenso de las exportaciones contribuyeron a una caída de las reservas de dólares estadounidenses y presionaron al peso argentino, lo que, a su vez, alimentó la inflación. 

Esto ha impulsado a Argentina a empezar a pagar las importaciones chinas utilizando yuanes en lugar de dólares estadounidenses, según declaró el pasado mes de julio su ministro de Economía. 

Un dólar más fuerte debilitaría su papel como moneda de reserva, y si el acceso al dólar se encarece, los prestatarios buscarán alternativas».

El presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, ha sido uno de los más firmes defensores de la creación de monedas alternativas para el comercio, llegando incluso a instar a Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica a alejarse del dólar

Una de las principales razones por las que el dólar estadounidense se convirtió en su día en la moneda de reserva mundial fue que los países del Golfo en Oriente Medio utilizaron el billete verde para comerciar con petróleo, porque ya era una moneda comercial ampliamente utilizada.

El acuerdo se formalizó en 1945, cuando el gigante petrolero Arabia Saudí y Estados Unidos llegaron a un acuerdo histórico por el que Arabia Saudí vendería su petróleo a Estados Unidos utilizando únicamente el billete verde. A cambio, Arabia Saudí reinvertiría el exceso de reservas en dólares en bonos del Tesoro y empresas estadounidenses. El acuerdo garantizaba a Arabia Saudí la seguridad de Estados Unidos.

Pero entonces Estados Unidos se hizo independiente energéticamente y se volvió un país exportador neto de petróleo gracias al auge de la industria del petróleo de esquisto.

El cambio estructural en el mercado del petróleo provocado por la revolución del petróleo de esquisto puede, paradójicamente, perjudicar el papel del dólar como moneda de reserva mundial, ya que los exportadores de petróleo, que desempeñan un papel crucial en el estatus del dólar, tendrían que reorientarse hacia otros países y sus monedas.

La relación amor-odio entre EE. UU. y Arabia Saudí también ha sido tensa por varios asuntos en los últimos años, como cuando el entonces presidente Donald Trump se quejó de que Arabia Saudí no pagaba a Estados Unidos un precio justo por su defensa, o cuando el presidente Joe Biden desautorizó al príncipe heredero Mohammed Bin Salman por el asesinato del periodista del Washington Post Jamal Khashoggi.

Estas tensiones, con el telón de fondo de la revolución de la energía de esquisto, plantean la posibilidad de que Arabia Saudí abandone algún día su fijación de precios del petróleo denominada en dólares estadounidenses.

Durante muchas décadas, el dólar ha dominado el mundo como moneda de reserva. Y aunque las cifras del Fondo Monetario Internacional muestran que la cuota del billete verde en las reservas mundiales de divisas ha disminuido en los últimos veinte años, sigue utilizándose más que todas las demás monedas juntas. Según el Bureau of International Settlements, el dólar sigue siendo el rey de las divisas, representando más del 80% de las transacciones mundiales de divisas y aproximadamente la mitad de los préstamos transfronterizos. Sin embargo, la depreciación del dólar desde sus máximos de septiembre de 2022 ha vuelto a poner de moda el tema de la “desdolarización”.

Este movimiento de los últimos seis meses sería cíclico y no “estructural”, por lo que no se cuestionaría su papel como moneda de reserva. Aunque la reciente caída del dólar sea cíclica, ello no impide que el peso del dólar en el sistema monetario internacional disminuya regularmente.Esta desdolarización progresiva es normal, si tenemos en cuenta que la economía estadounidense sólo representa actualmente el 15% del PIB mundial y el 13% del comercio mundial”. Sin embargo, conviene recordar que EE.UU sigue liderando desde Wall Street las finanzas mundiales.

Según los analistas, el fin del dominio del dólar podría estar marcado no por la aparición de una hegemonía alternativa, sino por una fragmentación de los espacios monetarios e incluso por un retorno parcial al oro. Como instrumento de reserva, el dólar se enfrenta a la creciente competencia no de nuevas monedas rivales (y mucho menos de países emergentes), sino de monedas consolidadas como el euro, el yen, o el propio oro. 

Harto sabido tendrás
Que no es oro cuanto luce,
Que a la perdición conduce
Mirarme a veces no más.
En aurea tumba verás
Hormiguear el gusano.

El mercader de Venecia. W.Shakespeare

Isabel Giménez Zuriaga

Directora General

Fundación de Estudios Bursátiles y Financieros

igimenez@febf.org

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