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Retos Pendiented del Capital Inversión en Europa

El capital inversión (o capital riesgo) es una forma de financiación empresarial en la que los inversores aportan capital como apoyo a la creación de nuevas empresas en sus etapas de desarrollo más incipientes. Por ello, está asociada a la difusión de las nuevas tecnologías y la creación de empleo, siendo objetivo estratégico de todas las economías desarrolladas. Sin embargo, Europa todavía está muy alejada de los Estados Unidos en cuanto al tamaño y madurez de este sector.

Numerosos factores históricos pueden explicar el gap existente entre Europa y Estados Unidos. El primero es el rol de emprendedores y la toma de riesgos financieros, socialmente arraigados en la economía norteamericana, así como el reconocimiento social de los emprendedores. En Estados Unidos declararse en bancarrota representa el fallo de una aventura empresarial, pero está socialmente considerado como un riesgo habitual, inherente a hacer negocios, mientras que en Europa continental todavía representa una deshonra personal y un paso atrás en el estatus social.

En Europa la formación universitaria en finanzas corporativas suele abordar tan sólo la inversión en empresas cotizadas. De nuevo, la experiencia norteamericana es la contraria, ya que las universidades norteamericanas juegan un papel clave en la creación y el desarrollo de joint ventures con inversores institucionales y fondos de capital inversión.

Una explicación puede ser la cultural, ya que Estados Unidos es una nación mucho más joven, construida y desarrollada a partir de la inmigración, principalmente europea, donde la movilidad geográfica se ve recompensada, pero sobre todo es un país más duro, con menos programas sociales y que fomenta la superación personal como supervivencia o expulsión. Europa, por el contrario, es una sociedad muy antigua, más conformista y estratificada, no sólo por nivel de ingresos, sino también por nacimiento, estatus familiar, educación o religión. Además de ello, Europa tiene economías mucho más reguladas, donde el Estado ha sido y permanece como una gran institución.

Por otro lado, los diferentes modelos de los mercados financieros también han condicionado el tejido empresarial. En Estados Unidos y Reino Unido, los mercados de capitales estaban segmentados en función de regulaciones competidoras. Empresas y sector público fueron capaces de elegir libremente entre diferentes formas de financiación: préstamos y créditos bancarios, seguros y papel comercial, facturas, bonos y acciones.

En Europa Continental, por el contrario, los bancos universales crecieron de forma hegemónica, dominando tanto la financiación como la gestión de las empresas. Las fuentes de financiación tradicionales coartaron el desarrollo de los mercados de capitales, limitando las posibilidades de expansión de las empresas. Esta diferencia evolutiva es una de las principales razones por las que las empresas del Reino Unido son mayores en tamaño que las de Europa Continental.

Esta evolución ha condicionado al tejido empresarial, ya que los mercados de capitales permiten una mayor diversidad de puntos de vista entre los inversores acerca de las inversiones, mientras que los bancos sólo invierten en sectores con un elevado grado de consenso y abundante información financiera. Por ello, los mercados de capitales son particularmente relevantes en áreas como la de las nuevas tecnologías, donde los inversores tienen opiniones muy diversas sobre los méritos de cada inversión.

Los mercados de capitales grandes, eficientes y líquidos ofrecen un entorno fértil para los inversores institucionales (bancos de inversión, empresas de seguros, fondos de inversión y planes de pensiones) que son los principales dinamizadores de los mercados de capitales en el segmento de capital inversión.

Una importante razón de la confianza en los mercados de capitales estriba en que los inversores de capital riesgo se ven muy atraídos por las posibilidades que ofrece una salida a Bolsa, que permite a inversores y gestores liquidar las participaciones, maximizando sus resultados. Los estudios empíricos han mostrado cómo las salidas a Bolsa eran la opción más rentable para el capital inversión: un 60%, comparado con un 15% obtenido en general. Además de ello, las salidas a Bolsa permiten a los inversores establecer acuerdos implícitos con los gestores sobre el futuro control de sus empresas, mientras que otras formas de inversión no.

A pesar de ello, las salidas a Bolsa suponen tan sólo el 37% de las desinversiones de capital riesgo en Estados Unidos, mientras que en Europa son el 18%, reflejando la madurez del mercado Nasdaq, creado en 1971, comparado con la mayoría de los nuevos mercados europeos, que se han creado en los últimos siete años. Sí que es cierto que a nivel mundial, las formas más habituales de liquidación de participaciones en fondos de capital riesgo, a pesar de las altas rentabilidades de las salidas a Bolsa, continúan siendo las ventas a otros inversores o a otras gestoras de capital inversión.

Por último, merece la pena destacar el diferente tratamiento fiscal de las inversiones. Los mayores impuestos para las ganancias de capital en algunos Países europeos, hace que tengan un tratamiento más duro incluso que las inversiones en I + D. Todo ello incrementa los costes del capital inversión y desincentiva su desarrollo, siendo las políticas fiscales británica y norteamericana mucho más fomentadoras del desarrollo de los negocios y del capital riesgo.

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