Hace unos meses, en estas páginas se auguraba un año histórico para el capital riesgo en España, y las expectativas positivas se han hecho realidad, situando al sector español en el tercer puesto europeo detrás del Reino Unido y Francia, dando así un espaldarazo a los años anteriores en los que España nunca se situó a la cabeza.
En el 2005, se han realizado inversiones por 4.000 millones de euros, lo que significa que se ha doblado la inversión del ejercicio 2004. Estas cifras, impensables hace sólo dos años, no son consecuencia de un aumento en el número de operaciones sino fundamentalmente a las importantes operaciones que, en volumen se han llevado a cabo, como las inversiones en Auna, Amadeus o Cortefiel.
El volumen queda justificado por las características propias de las operaciones llevadas a cabo en 2005, frente a las de 2004. En este sentido, frente a las dos operaciones que superaron los 200 millones de euros, la cifra ascendió hasta seis operaciones el pasado año, siendo el tamaño medio de las mismas de 8,3 millones frente a los 4,7 del año anterior.
Las exclusiones de Bolsa, que es lo que se conoce por Public to Private, ha sido otra de las notas características, si Parques Reunidos abrió la veda en 2003, en 2005 le siguieron compañías como Recoletos, Amadeus y Cortefiel.
Por último y por lo que respecta a las desinversiones, también ha sido un año histórico puesto que se ha obtenido un nuevo máximo con un volumen de recursos a precio de coste, que se estimó en 1.445,1 millones euros, que representa un crecimiento del 191% con respecto a 2004. Hay que destacar operaciones como salida a Bolsa de Corporación Dermoestética, que ha posibilitado la desinversión de la Entidad de Capital Riesgo que pertenecía a su accionariado.
Estos datos tan espectaculares hay que tomarlos con cautela, puesto que las previsiones apuntan que en el año 2006 no se alcanzarán los volúmenes del pasado ejercicio puesto que es difícil que se repitan megaoperaciones como las de 2005, si bien sí que se realizarán un mayor número de operaciones.
Los expertos apuntan que lo ocurrido en el presente ejercicio es anómalo, puesto que resulta cuando menos sorprendente que España se sitúe por delante de países como Alemania o Italia, con mayor tradición en capital riesgo que nuestro país.
Ahora bien, también es cierto que se está produciendo una internacionalización del capital riesgo, por lo que algunos ya hablan del mercado paneuropeo, lo que, sin duda potencia las operaciones del sector. Además poco a poco nuevos sectores han entrado a formar parte del objetivo de las entidades de capital riesgo, como el de las “tecnologías mediombientales” y las tecnologías limpias que han propiciado el crecimiento de las operaciones.
Este año histórico, y que sin duda marcará un hito en la historia del Capital Riesgo en España, ha venido acompañado de una nueva Ley, que entró en vigor el pasado 25 de diciembre. La Ley 25/2005 de Capital Riesgo, que deroga Ley 1/1999, tiene un carácter mucho más flexible, por lo que España puede convertirse en un lugar de mayor atractivo para los inversores, en lo que respecta a la captación de capital, inversiones y desinversiones.
En este sentido el objetivo de la Ley reside fundamentalmente en la necesidad de dotar al sector del capital riesgo español de las herramientas e instrumentos necesarios que palien las limitaciones y disfunciones existentes hasta la fecha, que hacían que nuestro sistema adoleciese de ciertas carencias que obstaculizaban el desarrollo del mismo.
La nueva Ley, por tanto, pretende dotar los mecanismos adecuados para que la industria española se sitúe en niveles de competitividad tales que le permitan situarse a la cabeza de los países de nuestro entorno, potenciando que nuestro tejido empresarial encuentre en esta vía, una solución o alternativa financiera para llevar a cabo sus proyectos.
La Ley ha sido muy bien recibida por el sector en general, tanto por parte de las entidades de capital riesgo, como por los intermediarios y asesores. El único punto que ha sido objeto de discusión es la adopción de las llamadas “medidas anti-abuso”, eliminando la exención de 99% para evitar la posibilidad de revalorizar el coste de inversiones con una reducida carga fiscal en determinados casos, como en la transmisión de valores representativos de la participación en el capital de la entidad.
El nuevo texto, que respeta el esquema básico de la regulación anterior, pretende dotar de una mayor flexibilidad y modernización al sector, y se basa principalmente en los siguientes pilares:
o la agilización del régimen administrativo de estas entidades
o la flexibilización de las reglas de inversión
o la introducción de figuras de la operativa aceptada en la práctica de la industria del capital riesgo tomada de los países más avanzados.
Las principales novedades de la Ley 25/2005 sobre Entidades de Capital Riesgo, serán analizadas con detalle la próxima semana, puesto que son muchas las repercusiones en sector del capital riesgo español, y conviene analizar paso por paso los aspectos y la nueva regulación introducida y que sin duda dota de un régimen mucho más flexible, permitiendo que las Entidades de Capital Riesgo Españolas alcancen los niveles de competitividad necesarios en el marco del la Unión Europea.