Ahora que es temporada de calificaciones y notas, las empresas españolas tienen también la oportunidad de obtener una buena nota, que será su carta de presentación ante determinadas entidades a la hora de conseguir nuevos clientes o de acceder a financiación en mejores condiciones.
Históricamente conocemos el rating o calificación crediticia, desde el punto de vista de la inversión, pero hay que saber que, como empresas, también se puede tener un rating que puede poner en valor nuestra compañía, siendo una herramienta muy útil.
¿Qué recoge realmente el rating? Mide la capacidad que tiene un país, gobierno o empresa para hacer frente al pago de su deuda en tiempo y plazo, expresada en forma de Nota. Cuanto menor sea la probabilidad de impago, mejor será la calificación que recibirá la empresa.
Algunos factores que actúan sobre esta calificación son: Probabilidad de pago: Capacidad e intención del emisor para cumplir con sus compromisos financieros, y Protección ofrecida por la obligación en caso de quiebra y otros hechos que puedan afectar los derechos del acreedor.
Las agencias de calificación crediticia o agencias de rating son las encargadas de asignar la nota a las empresas en función de un exhaustivo análisis económico financiero que realizan sobre la empresa y sobre el sector en el que opera. Aspectos como el cálculo de los principales ratios de deuda, liquidez, solvencia y apalancamiento, análisis cuantitativos y cualitativos de la empresa y del sector, estructura de capital óptima, generación de cash flow o aspectos de Gobierno Corporativo, son algunos de los principales puntos que llevarán a las agencias a fijar nuestra nota.
Una vez hecho el análisis para determinar la calificación, utilizan unos códigos con las letras A, B, C y D, acompañadas de los símbolos +/-, que combinan en función del riesgo y el plazo. La mejor calificación es una triple A (AAA), y la peor una triple C o la D. Si se trata de B, o BB, existe un nivel de riesgo más alto pero asumible. La calificación C no es nada buena ya que indica graves dificultades financieras y muy poca capacidad para reembolsar la deuda o pagar los intereses. CC y CCC serían muy malos indicadores llegando al nivel de los llamados bonos basura.
Las principales agencias de calificación son las americanas Moody’s, Standard&Poor’s (S&P) y Fitch, la china Dagong Global Credit y una española Asexor, que está homologada por la Autoridad Europea de Seguridad y Mercados (ESMA), y actualmente está calificando a muchas pymes que deciden buscar financiación a través de los mercados de capitales (MARF y MAB), como alternativas a la financiación bancaria. Además, existen otras entidades que pueden otorgar rating y ayudarte a gestionar tu balance de forma óptima de manera que se convierta en un instrumento útil para fortalecer la imagen de la empresa.
El rating no es una garantía sino una opinión sobre las expectativas financieras y riesgo que está asumiendo la compañía objeto de análisis. Su principal función es determinar la calidad y solvencia, asignándole una nota, hecho que facilitará no sólo la capacidad de negociación con entidades financieras sino la mejora de relaciones con proveedores y clientes. Esta nota es una oportunidad que aporta trasparencia para potenciar las fortalezas de la empresa de cara al mercado y a nuestros stakeholders.